domingo, 27 de noviembre de 2011

La plaza exige la salida de la Junta militar

Declaración de la LIT-CI


La revolución no se detiene en Egipto

El grito de centenares de millares de egipcios es: !Hay que completar la revolución!. El Cairo, Alexandria, Suez...hierven al calor de la lucha de un pueblo que, con los dientes, defiende sus conquistas y pelea por avanzar en el camino de su liberación total. Esto es así pues ninguno de los problemas fundamentales del pueblo egipcio ha sido resueltos, tanto el desempleo como sus condiciones materiales de vida siguen en estado dramático e insoportable.

La emblemática plaza Tahrir es protagonista, desde el pasado 18 de noviembre, de movilizaciones masivas que exigen la salida de la Junta Militar que sustituyó al dictador Hosni Mubarak el pasado 11 de febrero, luego de unos heroicos 18 días de intensas protestas. Esta nueva ola de manifestaciones se inició cuando el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), como se dio a llamar la Junta Militar, divulgó una carta de principios de la nueva constitución en la cual pretenden otorgar poderes ilimitados a los militares.

En un principio, fue la propia Hermandad Musulmana la que convocó a las protestas que, rápidamente, aumentaron en número (centenares de miles de personas copan las calles de varias ciudades) y en radicalidad. El saldo de muertos producto de la brutal represión, al momento de escribir estas líneas, sumaba unos 38 y el de heridos más de dos mil. Tan al rojo está la situación, que la presión popular logró hacer renunciar al gobierno provisorio que fuera nombrado directamente por la Junta y que estaba encabezado por el ahora ex primer ministro Esam Sharaf.

Sin embargo, la juventud y el pueblo trabajador egipcios no se detuvieron ahí. La plaza se cansó de maniobras y mentiras. La plaza perdió la paciencia y la confianza en treguas. La plaza quiere sacar del gobierno a la Junta militar, de la misma forma en que barrió al tirano pro-imperialista de Mubarak.

Las masas en contra el plan político de “transición” de la Junta

Los egipcios están demostrando de la mejor forma, en las calles, que no quieren saber nada del proyecto de “transición” política que proponen los militares.

El mariscal Mohamed Hussein Tantaui, que fue ministro de defensa de Mubarak por 20 años y ahora encabeza la Junta, se había comprometido a detentar el poder por un periodo de sólo seis meses, hasta las elecciones de un parlamento constituyente y de un nuevo gobierno surgido de elecciones. Sin embargo, las elecciones parlamentarias no se convocaron para setiembre, sino para el 28 de noviembre bajo un sistema tan confuso como antidemocrático (una elección por fases que duraría hasta enero de 2012). Sobre la fecha de las elecciones presidenciales, los militares comenzaron hablaban de 2012 o incluso de 2013 pero, debido a las movilizaciones, ahora se vieron obligados a fijar una fecha para junio próximo.

En este sentido, lo que detonó la indignación de las masas fue el proyecto antidemocrático de los militares. Ellos plantearon en la carta de principios ya mencionada, su intención de erigirse en “garantes de la Constitución” después de las elecciones. Esta “protección constitucional”, que ofrece la Junta, consiste en negar soberanía política a un futuro parlamento. Esta carta plantea que los miembros del CSFA continúen actuando como “árbitros”, usando un poder de veto sobre cualquier artículo de la futura Constitución con el que no concuerden y gozando de libertad irrestricta para definir su propio presupuesto en secreto.

No sin razón, como se ve, las masas continúan luchando. El odio y el hartazgo hacia el gobierno militar fue creciendo. Esto demuestra que la revolución avanzó mucho, si consideramos que, cuando cayó Mubarak, existía entre las masas un importante grado de confianza en el ejercito como institución.

Por estos días, nueve meses después, la experiencia política fue corroyendo esta confianza. En este lapso, todas las acciones -realizadas o anunciadas- de la Junta se chocaron con las aspiraciones de un pueblo que está demostrando que no va a entregar su revolución. En declaraciones que recoge el diario El País, un trabajador egipcio de nombre Osama opina sobre el gobierno militar: “Son unos ladrones, los mismos que antes”. Otro, llamado Saader, apoya las protestas porque cree que “Tantaui no tiene nada que ofrecer”. Continua diciendo: “Si algún desconocido gobernara confiaría en él, pero ¿en el Ejército? Ya me lo conozco. Quiero algo mejor para mi hijo menor”. Adel, un profesor, sentencia: “Si pretenden acomodarse que se preparen. La gente ya sabe el camino a Tahrir”.

La irritación creció con el nombramiento de Kamal Ganzuri, ex ministro de Mubarak, como nuevo jefe de gabinete, lo cual causó más indignación en la Plaza. Ocurrió lo mismo cuando el portavoz de la Junta fue a la TV y, con todo el cinismo, "pidió desculpas a la nación" y reafirmó la convocatoria de las elecciones para lunes 28. Pero el pueblo egipcio ya está harto. No se puede dar ninguna credibilidad a las promesas de la Junta.

Desde la LIT apoyamos incondicionalmente la lucha del pueblo egipcio para derrocar a la Junta Militar represora, hambreadora y pro-imperialista. Repudiamos enérgicamente las brutales represiones que ese gobierno efectúa contra la juventud y la clase trabajadora egipcia que sale a las calles de exigir libertades y garantías democráticas. En el mismo sentido rechazamos los intentos de traicionar la lucha mediante los pactos y negociaciones que la Hermandad Musulmana y otros sectores están llevando adelante con la Junta de Tantaui.

La lucha intensa, sublime y decidida, que estamos presenciando en la emblemática Tahrir, es parte y continuidad de todo el proceso revolucionario que se vive en el norte de África y Medio Oriente. La victoria del pueblo egipcio será la victoria de toda esa región. La victoria del pueblo egipcio será una victoria de toda la clase trabajadora mundial.

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