domingo, 18 de septiembre de 2011

LA ALIANZA POR COSTA RICA:

¿DIFERENTES O ANTAGÓNICOS?

Roberto Ayala Saavedra, sociólogo***

El discurso político del mundo burgués ha estado desde siempre repleto de fórmulas y juegos de palabra cuyo propósito consistía en ocultar inconfesables realidades. Los colonialistas europeos llamaban obra civilizatoria a lo que no era menos que una brutal acción expoliadora, esclavizante y genocida. Los liberales continúan llamando libertad al sacrosanto derecho de propiedad sobre los medios de creación de riqueza, condición de posibilidad de la explotación del trabajo asalariado y fundamento de un orden social que, al traducirse en una extrema y creciente desigualdad social, de hecho, y también legalmente, condena a miles de millones a la dependencia y falta de opciones. Más cerca del debate político actual, el gobierno de la sra. Chinchilla denomina ‘ley de justicia distributiva’ a una reforma tributaria que claramente profundiza el carácter regresivo del sistema impositivo nacional.

Palabras que buscan maquillar prácticas sociales y orientaciones políticas que de otra forma enfrentarían un contundente rechazo. Recurso que por otro lado no es exclusivo de aquellas corrientes y partidos declaradamente procapitalistas. En los últimos tiempos, partidos y movimientos autoproclamados de ‘izquierda’ o progresistas, en toda América Latina, han usado y abusado de este engañoso recurso. Pero la realidad es tozuda, si la echan por la puerta principal, se vuelve a colar por la trasera, por la ventana y por cualquier rendija. Del ‘socialismo del siglo XXI’ de Chaves a los gobiernos de un pretendido ‘partido de los trabajadores’ de Lula y Rousseff, con toda la etcétera restante, no va quedando más que esforzados intentos de gestionar el capitalismo periférico y semicolonial, en medio de la crisis crónica, solo agudizada en los años recientes, de un sistema social, el capitalista, por naturaleza incapaz de superar las penurias y conflictos que provoca.

Localmente, la más reciente manifestación del recurso de maquillar la política con frases pretendidamente ingeniosas nos llega del Frente Amplio: ‘UNIR A LOS DIFERENTES PARA ENFRENTAR A LOS ANTAGONICOS’. Se la hemos escuchado a diversos miembros del FA, como una forma de justificar lo injustificable, la integración del FA a la Alianza por Costa Rica, junto al PAC, el PUSC y al Movimiento Libertario! Estos, por cierto, serían los ‘diferentes’, a los que habría que reunir, para enfrentar al único ‘antagónico’, Liberación Nacional. La fórmula tiene un origen más que sospechado. El responsable de su muy probablemente fugaz éxito es nada menos que Lula da Silva, aunque su verdadero autor parece ser Paulo Freire.

No cabe duda de que a cualquier activista de izquierda o luchador social la fórmula no puede dejar de llamarle la atención. En abstracto, no deja de tener cierto atractivo. Es un llamado a la acción, lo que conlleva unos objetivos. Pero cual es su contenido y qué tipo de objetivos persigue? Qué pretende el FA al difundir esta orientación entre los trabajadores y movimientos sociales, entre los que mantiene una innegable influencia? Puede servir esta alianza para frenar y revertir el curso de ensanchamiento de la desigualdad social de las últimas décadas, o para lograr una reforma tributaria ‘progresiva’, que frene y penalice la evasión y obligue a los ricos y capitalistas a pagar como ricos y capitalistas, o para apoyar y fortalecer las luchas de los trabajadores y sectores populares? En realidad, la UNION DE LOS DIFERENTES no sirve para nada de eso, tampoco para lograr una buena ley de FIV, ni para derrotar el proyecto de concordato que el gobierno negocia en secreto con el Vaticano o para avanzar en la laicización del Estado, fundamental para las reivindicaciones centrales del movimiento de mujeres.

Promover la ilusión de que el Libertario, el PUSC o el PAC, son solo diferentes y no antagónicos (respecto de los intereses del movimiento obrero u popular) es contribuir a la deseducación de los trabajadores y los activistas, lo cual inevitablemente conduce a nuevas derrotas en las lucha sociales.

El problema de fondo no es otro que el profundo escepticismo imperante en importantes sectores autodenominados de izquierda que, al renunciar definitivamente a la lucha contra el capitalismo, en todas sus versiones, neoliberal, neodesarrollista o lo que fuera, y por el socialismo, lógicamente abandonan también la perspectiva de clase en su análisis y forma de hacer política, integrándose y diluyéndose en alianzas con partidos burgueses, enemigos de los intereses populares. Desechado el análisis de clase, resulta imposible identificar con claridad el origen y la naturaleza de los males sociales que aquejan a miles de millones en el mundo entero, de Europa a Somalia, la perversidad intrínseca del capitalismo, compendio de avaricia, injusticia, humillación y miseria. Abandonado el análisis de clase, el análisis político-social marxista, la realidad de la vida social bajo el capitalismo se entierra bajo una conveniente bruma, no demasiado densa, pero suficiente para sustituir una verdadera política de izquierda por unas cuantas reformas menores, como se ha visto en las experiencias de los gobiernos ‘progresistas’.

Por supuesto que podemos realizar acuerdos limitados y para la acción con partidos burgueses de cara a objetivos prácticos específicos que atiendan a necesidades y reivindicaciones de los trabajadores, como la lucha contra el TLC o la laicización del Estado. En el MAS los hemos hecho en el pasado y los haremos en el futuro, pero eso es diferente a diluirse en un acuerdo político y electoral con el enemigo de clase, que por cierto ni siquiera sirve para hacer política limitadamente ‘antineoliberal’.

UNIR A LOS DIFERENTES PARA ENFRENTAR A LOS ANTAGONICOS, no solo es un juego de palabras que confunde, desmoviliza y cultiva derrotas, que maquilla el escepticismo y el abandono de la lucha permanente por la independencia de clase de la izquierda socialista, sino que incluso obliga al FA a archivar buena parte de su propio programa. Desde el MAS, luego de un intenso debate interno, llamamos a votar por el FA en las pasadas elecciones sobre la base de que era entre los partidos participantes el único que no era un partidos de patrones. Pese a las diferencias con un programa y política limitadas a reformas mínimas al capitalismo en crisis, nos parecía que aprovechar la oportunidad electoral para subrayar el voto y la conciencia política de clase resultaba progresivo, en las circunstancias más generales de la lucha de clase. Continuamos pensando que fue una opción válida, pero el curso del FA, cada vez más lejos de la izquierda, confirma que los trabajadores y los luchadores de este país necesitamos un nuevo partido socialista y de clase para enfrentar los desafíos que las luchas sociales nos imponen.

En una economía capitalista semicolonial, inmersa en una monumental crisis del capitalismo mundial, y en medio de una feroz ofensiva patronal contra el salario, el trabajo, las pensiones y las condiciones generales de vida de los trabajadores, lo que se necesita es UNIR, ORGANIZAR Y MOVILIZAR A LOS TRABAJADORES Y A TODOS Y TODAS LAS QUE PADECEN DE ALGUNA FORMA LA EXPLOTACIÓN Y LA OPRESIÓN CAPITALISTAS.

***Tomado de la edición de septiembre del periódico Socialismo Hoy, publicación de la organización hermana: Movimiento Al Socialismo (MAS)

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