Un plan de acción y de lucha para la clase trabajadora
frente a la propagación por el país del COVID-19
En
diciembre de 2019 surge una nueva variante de coronavirus en la ciudad china de
Wuhan. La nueva cepa causa mucha alarma entre las autoridades sanitarias de
China por la velocidad de propagación de una enfermedad, en ese momento no se
conocía cuál era la gravedad ni los efectos que podía provocar. Unos meses más
tarde, el CoVid-19, nombre de este virus, se ha diseminado por el resto del
mundo, asestando cientos de muertes en países industriales como Italia o
España. Por estas razones, como Partido Revolucionario de las y los
Trabajadores, elaboramos este folleto explicativo para así entender de dónde
viene este virus, sus efectos en la crisis sanitaria, y además aprovechamos
para proponer una serie de medidas de emergencia ante la crisis económica,
política y social que parece estarse abriendo en estos momentos.
¿Ante
qué tipo de pandemia nos estamos enfrentando?
Primero
debemos responder a la pregunta ¿Qué es el coronavirus? A partir de la
investigación científica y los datos disponibles en la prensa, podemos resumir
lo que sabemos del COVID-19 de esta manera:
“Los
síntomas más comunes de la COVID-19 son fiebre, cansancio y tos seca. Algunos
pacientes pueden presentar dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de
garganta o diarrea. Estos síntomas suelen ser leves y aparecen de forma
gradual. Algunas personas se infectan, pero no desarrollan ningún síntoma y no
se encuentran mal. La mayoría de las personas (alrededor del 80%) se recupera de
la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial. Alrededor
de 1 de cada 6 personas que contraen la COVID-19 desarrolla una enfermedad grave
y tiene dificultad para respirar. Las personas mayores y las que padecen
afecciones médicas subyacentes, como hipertensión arterial, problemas cardiacos
o diabetes, tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave. En
torno al 2% de las personas que han contraído la enfermedad han muerto. Las
personas que tengan fiebre, tos y dificultad para respirar deben buscar
atención médica.” [1]
La
preocupación principal sobre el COVID-19 sigue siendo la velocidad de su
propagación, sin embargo, después de varios meses de que el virus se ha estado
difuminando por el mundo, tenemos claro que nos enfrentamos a un virus que se
parece más al SARS o al H1N1 que a la peste negra o al cólera, enfermedades que
en su época tuvieron grados de morbilidad enorme. Esto es importante plantearlo porque la prensa
internacional ha creado un clima de histeria colectiva alrededor del tema y por
las redes sociales se ha difundido informaciones exageradas con relación a la
enfermedad cuyo resultado es una paranoia generalizada. Sabemos también que el
miedo es una forma muy efectiva de controlar a la población, por lo tanto,
debemos evitar el pánico, pues la crisis que ha provocado la nueva cepa del
coronavirus está siendo utilizada ya para justificar errores, achacarle al virus
la responsabilidad de la crisis económica actual, o más peligroso aún, pasar
leyes y decretos antipopulares con la excusa conveniente de que la OPS ha
declarado al COVID-19 como pandemia global. Como suele ocurrir cuando se desata
un fenómeno de histeria colectiva, han surgido enorme cantidad de teorías
conspirativas relacionadas con el nuevo virus, sin embargo, estas teorías
carecen por completo de respaldo científico comprobado.
A pesar de esto,
en algunos países, la cantidad de muertes reportadas, como porcentaje de gente
infectada es mucho más alto, por ejemplo, en Italia, en donde para este viernes
13 de marzo, el índice de mortalidad en relación con la gente infectada estaba
llegando casi al 7%; mucho más elevado que en China o en Corea del Sur, que son
los primeros lugares en donde se propaga el virus. Sumando las muertes causadas
por el virus en España, Alemania, Dinamarca… el CoVid-19 ha provocado más
muertes en Europa que en la propia China donde comenzó el brote. El COVID-19 es
un virus respiratorio, cuando la enfermedad se vuelve grave, puede generar
neumonía y puede también afectar a otros órganos, como el corazón, el hígado y
los riñones. Por otro lado, sabemos que el virus afecta de manera más severa a
las personas adultas mayores y que es una población que tiene muchas
posibilidades de morir si se contagia de esta cepa de coronavirus.
Por todo lo
anterior podemos afirmar es que el surgimiento del COVID-19 es el resultado
natural de las mutaciones de la familia del coronavirus. Sin dejarnos llevar
por la histeria colectiva ni por teorías conspirativas, debemos ser precavidas
y precavidos, puesto que, a pesar de que la morbilidad del virus es baja, puede
tener impactos importantes, sobre todo en la población más vulnerable: las
personas adultas mayores y las que padecen enfermedades respiratorias u otros
males como la hipertensión arterial, las enfermedades cardíacas o la diabetes.
Pero, además, el impacto del COVID-19 no es solamente en la salud, ha tenido
enormes consecuencias sociales y económicas, con miles de vuelos cancelados,
cierre de bares y restaurantes, restricciones en las fronteras en casi todos
los países en donde se han confirmado casos.
La
crisis del coronavirus tiene también una perspectiva de clase
Según los datos actualizados al 15 de marzo
de 2019, había 156.445 casos confirmados de COVID-19 y había 5.833 muertes
vinculadas a esta cepa de virus. Como dijimos anteriormente, lo que preocupa
del coronavirus cuyo contagio se extiende desde diciembre del año pasado es que
es un virus altamente contagioso.
Pero si comparamos la morbilidad de este virus
con otros males que sufre la humanidad, podemos ver que los medios de
comunicación han exagerado la gravedad de la circunstancia y que esto ha tenido
un impacto en la reacción de las entidades gubernamentales en todo el mundo.
Por ejemplo, según datos de la UNICEF todos lo días mueren alrededor de mil
niñas y niños por enfermedades derivadas de la falta de acceso al agua potable,
en el mundo existen 748 millones de personas que tienen problemas para acceder
al agua potable, esto tienen un impacto dramático en la vida de millones de
mujeres y niñas, a las que se les endilga la tarea de garantizar el líquido,
por lo tanto, son millones de mujeres y niñas que tienen menos tiempo para
estudiar y desarrollarse plenamente, además que se exponen a diversos peligros
por las grandes travesías que deben realizar en muchas zonas para obtener el
preciado líquido. En el mundo se gasta 40 mil millones de horas al año para asegurar
el abastecimiento de agua[2].
Sin embargo, este hecho tan terrible que impacta sobre la vida de millones de
personas en el mundo no ha sido declarado emergencia mundial.
Tampoco se ha declarado emergencia mundial
por la gente que muere de hambre. El
Informe mundial sobre las crisis alimentarias del 2019, elaborado por la Unión
Europea, la ONU y el Programa Mundial de Alimentos, plantea que durante el año
2018 un total de 821 millones de personas sufrían de hambre crónica y 113
millones de personas experimentaron inseguridad alimentaria aguda[3].
Lo particular del
coronavirus, en este contexto mundial tan lleno de desigualdades, es que se
trata de un virus un poco más “democrático”: cualquiera puede terminar
infectado. A diferencia del hambre o la falta de agua, una epidemia
infectocontagiosa si es algo que le preocupa a la gran burguesía, la gente rica
y poderosa también puede contagiarse del virus COVID-19. Después de una reunión
el 6 de marzo, tanto Donald Trump como Jair Bolsonaro estuvieron bajo sospecha
de haber contraído el virus, luego de que se confirmara que uno de los
ministros de Bolsonaro que los acompañó en la reunión había dado positivo en la
prueba de COVID-19. El pasado 12 de marzo trascendió que el actor Tom Hanks y
su esposa Rita Wilson están contagiados y están en cuarentena en
Australia.
La
histeria colectiva en los medios de comunicación refleja en parte el miedo de
la burguesía al contagio, no hay que olvidar que los dueños de los grandes
medios de comunicación también son burgueses y se preocupan por su clase
social, no les preocupa padecer de hambre, porque saben que eso no se “pega”,
pero les preocupa el virus del coronavirus que no hace distingo de clases
sociales. También es probable que algunos sectores de la burguesía hayan
presionado para aumentar el pánico generalizado, pues les convenía en términos
económicos, por ejemplo, las farmacéuticas, que han tenido enormes ganancias
durante las últimas semanas, porque ante el miedo, se han disparado las ventas
de mascarillas; algunas vacunas, como la de la neumonía; implementos de
limpieza, alcohol, etc. También ha sido
aprovechada la crisis sanitaria para justificar el descalabro económico del
sistema capitalista, cuando lo cierto es que, como ya hemos explicado en otros
artículos, la crisis del sistema capitalista es estructural y muchos de los
principales economistas, marxistas y no marxistas, habían advertido ya que el
2020 sería un año de una crisis económica sin precedentes, probablemente peor
que la del 2008. El COVID-19 ha tenido un efecto catalizador, le “ha echado
leña a la hoguera”, ha acelerado el proceso, pero la crisis económica igual
venía[4].
Por
lo tanto, es claro que la crisis del COVID-19 tiene una interpretación de clase
–la de la gente adinerada, las y los grandes millonarios, la gran burguesía– y
que esta interpretación es la que se proyecta a través de los grandes medios de
comunicación y a través también de los gobiernos burgueses.
Entonces,
¿eso quiere decir que a la clase trabajadora no nos debería preocupar el tal
coronavirus?
Por supuesto que
debemos preocuparnos, tomar medidas de prevención y de higiene para frenar la
propagación del virus. Para empezar, el impacto será mucho más profundo para la
gente de la clase trabajadora, que tiene menos acceso a la salud, que no puede
decidir ponerse en cuarentena, o tiene que decidir entre salir a trabajar,
poniendo en riesgo a su familia, y comer. Pero también es importante advertir que a
menudo, las crisis son aprovechadas por la burguesía y los gobiernos burgueses
para imponer, con la excusa de la crisis, agendas antipopulares que no pueden
imponer en momentos normales, o al menos no pueden hacerlo sin que eso tenga un
costo político enorme. Entonces, mientras los medios de comunicación masiva
azuzan a la población constantemente acrecentando los temores de manera
irresponsable, los gobiernos aprovechan el pánico generalizado y la saturación
de noticias sobre el virus para aprobar medidas que van en contra de la clase
trabajadora. Por ejemplo, hace unas semanas en Francia fue impuesto un ataque
al sistema de pensiones, y por otro lado prohíben las protestas “para evitar
contagios”. Podemos afirmar que muchos gobiernos del mundo aprovechan la crisis
para fortalecer los mecanismos de control de la clase trabajadora y presentarse
como los salvadores en medio del desastre, pero con medidas más bien
contradictorias y poco coherentes. Muchas de estas medidas buscan evitar que la
clase obrera se organice, frente a las exigencias de, por ejemplo, seguir
trabajando en centros de trabajo abarrotados, como centros comerciales y
grandes fábricas, a pesar de que el gobierno, de manera hipócrita, recomienda
quedarse en casa.
Ahora
bien, a pesar de que, como ya indicamos, la mortalidad del COVID-19 es más bien
baja, es importante tomar en cuenta que tampoco estamos hablando de un simple
resfriado, como ya se indicó anteriormente, una de cada seis personas
contagiadas puede desarrollar serios problemas de salud. El COVID-19 es un
virus respiratorio, cuando la enfermedad se vuelve grave, puede generar
neumonía y puede también afectar a otros órganos, como el corazón, el hígado y
los riñones. Por otro lado, sabemos que el virus afecta de manera más severa a
las personas adultas mayores que es una población que tiene muchas
posibilidades de morir si se contagia de esta cepa de coronavirus.
También
vemos que el efecto del virus difiere entre países, en los países en donde se
han tomado medidas rápidamente y en donde existen sistemas de salud pública
robustos, se ha localizado rápidamente los casos y se ha aislado a las personas
que se sospecha están contagiadas con la enfermedad, se ha logrado contener los
casos. Sin embargo, en algunos países la enfermedad se ha propagado de forma
acelerada, como por ejemplo en Italia, que es el primer país europeo en donde
se propaga la enfermedad, pero también en donde la enfermedad ha tenido
consecuencias más dramáticas. Al lunes 16 de marzo se contabilizan en Italia
1.809 muertos a causa del COVID-19 y la cantidad de contagios sigue creciendo a
un ritmo de centenas por día, a pesar del aislamiento y las cuarentenas
decretadas por el gobierno de Giuseppe Conte.
El
problema en Italia en este momento es que la cantidad de contagios y de
personas graves es tan alto que la capacidad instalada de la sanidad pública no
está dando abasto, no alcanzan, por ejemplo, la cantidad de respiradores
disponibles, por lo que el personal médico se ve ante la difícil decisión de
elegir a cuáles personas salvar, a partir de criterios médicos, pero con una
carga emotiva y un problema ético enorme.
Uno
de los principales problemas: el sabotaje a la salud pública
Uno
de los principales problemas en Italia, en España; pero también aquí en Costa
Rica, es que desde hace varias décadas se viene saboteando la seguridad social.
Al igual que ha ocurrido aquí, en Italia el sistema de salud pública empieza a
ser saboteado sutilmente desde la década de los ochenta, pero a partir de
finales de los años noventa inicia una campaña mediática para desprestigiar a
la sanidad pública. Pero es la crisis económica del 2008 lo que crea la excusa
perfecta para meterle mano al presupuesto de la salud. En el año 2012, durante
el gobierno de Mario Monti, argumentando que la deuda italiana alcanzaba el
120% del PIB anual italiano, aplicó un recorte de 4.500 millones de Euros a la
salud pública; en el año 2013 el recorte fue de 10.500 millones de euros y en
el 2014 fue de 11.000 millones[5].
Mucho antes del COVID-19 ya se habían presentado casos polémicos y dramáticos
en Italia por problemas derivados de la falta de camas hospitalarias, entre otras
deficiencias del sistema de salud. Los recortes favorecen a las empresas privadas
hospitalarias y a las compañías de seguros.
En
España, un país con un sistema sanitario bastante robusto también ha visto como
sabotean y realizan recortes durante décadas; el resultado de esto es que, en
este momento en España, alrededor del 30% de los servicios de salud son
privados (más o menos el mismo porcentaje tenemos en Costa Rica en este
momento).
Probablemente
puede haber otros factores que expliquen la rápida propagación del virus en
Italia, sin embargo, uno de los factores que pueden explicar la gran cantidad
de porcentaje de gente que muere es precisamente que el sabotaje y los recortes
al sistema de salud ahora le pasan la factura a la sociedad italiana y el costo
se paga con vidas humanas, sobre todo de adultos mayores.
El
COVID-19 en Costa Rica
En
nuestro país hemos visto como también la Caja Costarricense del Seguro Social
ha sido víctima de estafas, desfalcos y sabotajes; desde si el virus se
propagara rápidamente los servicios de salud no darían abasto, como está
ocurriendo en otros países. Tal y como ocurre en otros países, las compañías de
seguros privadas se lavan las manos y dicen que, por haber sido declarado una
pandemia, los seguros no cubre a los pacientes infectados por el nuevo virus.
Los hospitales privados tampoco colaboran en absoluto, a menos que la persona
pague por los servicios. En cambio, la Caja Costarricense del Seguro Social
está atendiendo a todas las personas infectadas, independientemente de si son
nacionales o extranjeras, independientemente si tienen o no seguro porque se
entiende que es un problema grave de salud pública y que al final de cuentas,
no solo saldrá más caro si el virus se propaga masivamente como en Italia, sino
que puede tener dramáticas consecuencias sociales y económicas.
Hasta
hace poco, según los presentaban los medios de comunicación, las y los
trabajadores del sector salud eran unos parásitos que vivían a costa de la
sociedad costarricense, algunos eran incluso catalogados de terroristas
secuestradores de quirófanos, para justificar los recortes a la salud pública
han pintado a los funcionarios de salud de manera monstruosa; ahora, son, según
palabras de Carlos Alvarado, “nuestra primera línea de defensa”. Los fanáticos
del libre mercado, como Otto Guevara y la línea editorial de la Nación guardan
silencio sobre el hecho evidente de que, frente a la crisis, la medicina
privada es un cero a la izquierda, mientras la salud pública es la que
realmente aporta, gracias al trabajo abnegado de miles de trabajadoras y
trabajadores de la salud pública, una contribución social efectiva.
Sin
embargo, como el COVID-19 es un fenómeno natural que no podemos controlar a
nuestro antojo y es ciertamente un problema grave, aunque se hayan tomado todas
las previsiones del caso se podría complicar; ¿qué pasa si, por ejemplo, debido
a la falta de suministro de agua el virus se empieza a propagar por algunos de
estos populosos barrios del sur de San José a los que les han recetado cortes
de agua desde hace varios meses? ¿Alcanzarán las camas de hospital o los respiradores
en el Hospital México o en el Calderón Guardia para atender dos mil casos
graves de COVID-19? ¿Está el gobierno de Carlos Alvarado tomando las
previsiones del caso? Nosotros creemos que no lo están previendo.
Pero
en Costa Rica, la principal contradicción es el agua. Desde que se confirmó el
primer caso de COVID-19 en nuestro país las autoridades sanitarias hacen un
llamado a toda la población para que se sigan los protocolos sanitarios, entre
los cuales uno de los más importantes es lavarse las manos constantemente. Sin
embargo, grandes cantidades de población del país sufren de recortes del
servicio de agua que impide a cientos de miles de personas cumplir con las recomendaciones
del ministerio de salud porque no tienen acceso a agua potable durante varias
horas al día, en algunos casos, como en Hatillo, las y los vecinos pasaban
hasta 16 horas sin agua, razón por la cual realizaron movilizaciones y bloqueos
de la ruta de circunvalación a inicios de este mes. Lo curioso es que la
mayoría de los lugares en donde hay cortes de agua son barrios populares, en
donde vive la gente de la clase trabajadora: en Escazú, en Santa Ana, no hay
cortes del suministro, tampoco se ven afectados los grandes hoteles en las
playas o los centros turísticos, no es solo un problema del cambio climático,
que también hay de eso, es un problema también de la prioridades a la hora de
planeamiento estratégico del suministro de agua, se piensa primero en los
grades negocios de las élites y al final, si queda, las necesidades del pueblo
trabajador.
Es
importante apuntar al respecto que, si bien es cierto el COVID-19 puede
infectar a cualquier persona no son las mismas posibilidades que tiene de sobrevivir
una persona de la élite que una persona de la clase trabajadora. Pero además
las personas de la clase trabajadora, sobre todo las de los sectores más
explotados y más excluidos, están expuestos a más riesgos, por que no tienen
acceso a agua potable, o lo tienen en menor medida, porque están peor
alimentadas y alimentados, por lo cual tienen menos defensas inmunológicas,
porque tienen menos acceso a los
servicios de salud, esto se vuelve más complicado en sociedades con sistema de
salud pública muy deteriorados o en donde, como es el caso de Estados Unidos,
nunca han existido.
El
COVID-19 ha evidenciado las principales contradicciones del sistema capitalista.
Ha
demostrado en la práctica la importancia de la inversión en la salud pública,
pero también los mezquinos intereses que mueven a las grandes compañías
privadas de seguros; así como de las clínicas y hospitales privados.
Ha
mostrado la hipocresía de los gobiernos burgueses, que por un lado llama a la
población a mantenerse en casa, pero que no obliga a las grandes fábricas a
poner en cuarentena a sus empleados mientras dura la crisis sanitaria,
exponiendo a las obreras y los obreros al contagio.
Pone
en evidencia como los medios de comunicación masiva y los gobiernos en todo el
mundo están al servicio de la gran burguesía y no solo reproducen sus miedos y
temores, sino que también se ponen al servicio del gran capital para tratar de
instrumentalizar la crisis en contra de los intereses de la clase trabajadora.
Demuestra
que las y los ricos solo están por sus intereses, que están por favorecer sus
propios negocios y favorecer sus propios intereses, que cuando se trata de
garantizar la producción están dispuestos a obligar a la clase trabajadora a
correr todos los riesgos que sean necesarios, mientras ellas y ellos se
mantienen a salvo, o al menos, creen mantenerse a salvo; que de la boca para
afuera dicen ser solidarios, dicen que somos de un mismo país y por lo tanto
debemos estar unidas y unidos y enfrentar la crisis juntos, pero ellas y ellos
desde adentro de las murallas de sus condominios de lujo y nosotras y nosotros,
quienes pertenecemos a la clase trabajadora, garantizando la producción y
sosteniendo el sistema, garantizando los privilegios de la gente rica y
poderosa.
Un
programa de la clase trabajadora para enfrentar la crisis del COVID-19
Las
medidas frente al coronavirus del gobierno neoliberal del PAC de Carlos
Alvarado son tibias y cortoplacistas, lo único que procuran es proteger la
economía del gran capital, durante algunas semanas. En su sometimiento a la
insaciable sed de ganancias, no aprenden de la experiencia de Italia, no miran
o no quieren mirar que el coronavirus se ceba con virulencia con las y los
ancianos, las mismas personas adultas mayores a quienes les vienen arrebatado
sus pensiones desde hace años y a las que vienen deteriorándoles su calidad de
vida. En su ceguera (no hay peor ciego que el que no quiere ver) no se percatan
que la pandemia no tardará mucho en asolar a Estados Unidos, con el peor
sistema de salud y seguridad social, a merced de las corporaciones médicas y
farmacéuticas privadas, potencia que hasta ahora el petulante de Trump ha
autorizado se hagan las pruebas gratuitas, ahhhh... pero solo a quienes sean
sospechosos de tener el padecimiento. Son como la serpiente que se come su
propia cola.
Como
ya lo planteamos anteriormente, el nuevo virus está catalizando la crisis del
sistema capitalista mundial y está acelerando procesos que tal vez se habrían
dado igual, pero de manera más lenta. El impacto económico que ya está teniendo
el COVID-19 en el mundo es tremendo, tiene un impacto sobre las compañías
aéreas, sobre los transportes en general, pero también sobre las industrias, se
podrían romper las cadenas de abastecimiento; los impactos para nuestro país
podrían ser devastadores, sobre todo para el sector turístico. El gobierno del
PAC no está previendo, no está tomando las medidas para afrontar la crisis y
esta les estallará en la cara como una olla de presión.
Es
por todo lo anterior que desde el PRT proponemos las siguientes consignas para
enfrentar la crisis ocasionada por esta nueva cepa de coronavirus desde una
perspectiva de lucha que busca garantizar los derechos, sobre todo el derecho a
la vida, de la clase trabajadora. Proponemos al movimiento social, obrero y popular
levantar, ante la crisis, las siguientes medidas, consignas y exigencias, para
evitar que una vez más todo el peso de la crisis recaiga sobre la espalda de la
clase trabajadora y los sectores populares.
1. Pruebas
gratuitas del coronavirus a toda la población.
2. Impuestos
progresivos al gran capital para financiar el fortalecimiento del sistema de
salud y seguridad social pública.
3. Pago
inmediato de la deuda que el gobierno mantiene con la CCSS, denunciado en el
2012 y que nunca se terminó de pagar. Según datos de un informe de la
Contraloría General de la República, de mediados del 2019, el Estado le
adeudaba a la CCSS (en ese momento, a la fecha de hoy debe ser más) la suma de ₡1.455.139
millones de los cuales ₡1.209.603
millones corresponden al Seguro de Salud y ₡245.536 millones al Seguro de
Invalidez, Vejez y Muerte[6].
4. Fortalecimiento
de la sección de cobros a morosos de la CCSS para que aplique el reglamento y
cierre todos los negocios morosos con la seguridad social.
5. Confiscación
de las grandes empresas farmacéuticas que especulan con los medicamentos y su
nacionalización al servicio del pueblo.
6. Monopolio
de la Fábrica Nacional de Licores (FANAL) en la producción de alcohol, como lo
hizo hace más de cien años el gobierno de Alfredo González Flores.
7. Teletrabajo
en los sectores en los que sea posible. Plan de contingencia para los centros
de trabajos que ocupan de forma masiva a la clase trabajadora, sea en industria
o comercio, con énfasis en “call centers” y las zonas francas. Prohibición de
aglomeraciones en los centros de trabajo.
8. El
desempleo ya era del 12% antes de la crisis, existe una posibilidad muy grande
de que esto aumente por los efectos de la crisis de salud, la crisis del
COVID-19 tendrá un fuerte impacto en Costa Rica, sobre todo en el sector
turismo, el gobierno anuncia la medida del cierre de fronteras, lo cual es
pertinente y adecuado, pero no toma medidas para el posible impacto en el
sector. Probablemente la quiebra masiva de empresas turísticas provocará un
efecto de bola de nieve, miles de costarricenses se quedarán sin empleo. Se
vuelve indispensable un plan de obras públicas para garantizar el empleo, el
consumo y la estabilidad económica del país. Por eso proponemos además la
nacionalización de todas las actividades estratégicas: los transportes, sobre
todo el ferrocarril y los autobuses, pero también las líneas de abastecimiento
de productos básicos; organización de un plan de fomento y fortalecimiento del
agro nacional, creación de empresas públicas que garanticen la soberanía
alimentaria y el abastecimiento de la población de los productos indispensables
para la subsistencia.
9. Control
de precios en defensa del consumidor popular.
10. Impuestos
al 10 % de las ganancias de las empresas médicas y farmacéuticas privadas, para
financiar subsidio salarial para trabajadoras y trabajadores que ejercen
trabajo físico in situ, para garantizar una verdadera cuarentena.
11. Aumento
del impuesto de renta a las grandes empresas nacionales y extranjeras para
garantizar el programa de obras públicas y un seguro de desempleo.
12. Subsidios
para todas las personas que trabajan en el sector informal y que caen enfermas,
para que puedan garantizar el sustento de sus familias.
13. Moratoria
de la estafa de la Deuda Externa (eterna), impuesta por el capital especulativo
imperialista, para garantizar que existan fondos suficientes para superar la
crisis. Revisión de todas las deudas contraídas por el Estado durante los últimos
veinte años para revisar los convenios pactados y, con base en un estudio
serio, decretar el no pago de las secciones de la deuda con contratos leoninos
o que hayan servido para hacer chorizos como, por ejemplo, la Trocha de Laura
Chinchilla, los negocios espurios con Alcatel, el chorizo de la Fischel, etc.
14. Que
el A y A garantice el suministro de agua a través de cisternas en todos los
barrios o comunidades en donde se mantienen los cortes de agua, aunque estos
sean por unas horas. Que se destinen inmediatamente los recursos necesarios
para resolver el problema de agua en los barrios populares y en las comunidades
afectadas. Que se implementen sistemas de almacenamiento de agua llovida, tanto
para las casas como de forma colectiva, que puedan ser utilizadas en época de
sequía.
Comité
Central
Partido
Revolucionario de las y los Trabajadores
19 de
marzo de 2020
[1] Tomado de la página al respecto de
la Organización Mundial de la Salud: https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses
[2]
Datos de UNICEF España obtenidos, publicados el 22 de marzo de 2019 de: https://www.unicef.es/noticia/dia-mundial-del-agua-1000-ninos-mueren-cada-dia-por-falta-de-agua-potable
[3] La
inseguridad alimentaria es un concepto más amplio que el de hambre, pues
implica mal nutrición y desnutrición severa, además de otras carencias
relacionadas.
[4] Sobre esto ampliaremos en otro
artículo, porque es un tema complejo que no podemos desarrollar aquí.
[5]
Lopez (2020). Italia, paria de Europa: los médicos venían alertando por la
crisis del sistema sanitario mucho antes del coronavirus. Periódico Tiempo
(Argentina). Articulo obtenido en: https://www.tiempoar.com.ar/nota/italia-paria-de-europa-los-medicos-venian-alertando-por-la-crisis-del-sistema-sanitario-mucho-antes-del-coronavirus
[6] Datos obtenidos de Delfino: https://delfino.cr/2019/09/informe-de-contraloria-senala-que-deuda-del-gobierno-podria-ser-mayor
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