SE HACE NECESARIO POTENCIAR Y UNIFICAR LA LUCHA DEL MOVIMIENTO OBRERO,
CAMPESINO Y POPULAR
8N: Se inicia un viraje en la
situación nacional en el marco de un ascenso de la lucha de clases a nivel
mundial
Tenemos la hipótesis de que la
represión del 8 de noviembre y la subsiguiente marcha del 15 de noviembre, son
las señales de una nueva etapa que se abre de la lucha de clases, que tiende
hacia un salto en el proceso de agudización de la crisis del régimen político.
Asimismo, para analizar la situación nacional y desprender de ella nuestras
tareas concretas siempre tomamos en consideración el contexto internacional.
En primer lugar, el proceso de lucha
en las comunidades por la defensa de los servicios de salud y la seguridad
social, así como el ascenso en la proliferación de muchas otras luchas y otros
esfuerzos de articulación son el reflejo en la realidad nacional signada por
la creciente agudización del conflicto social que ocurre en todo el
mundo. Con diversos ritmos y diferentes variantes, la crisis económica, social
y política del sistema capitalista se expresa en el deterioro de las
condiciones de vida, en el desmantelamiento de los servicios públicos, en la
campaña antisindical y en la creciente respuesta represiva de los estados ante
la resistencia obrera y popular en ascenso. Todo esto los vemos en su forma
como problemas nacionales pero por su contenido son problemas de carácter
internacional. La expresión de vanguardia de este fenómeno mundial en esta
coyuntura es la huelga general europea del 14N.
En segundo lugar, partimos de
analizar que la represión brutal a la marcha de las comunidades frente a las
oficinas centrales de la Caja, ocurrida el 8N, es el intento concreto del
Gobierno de golpear al movimiento de masas, intimidándolo con detenciones y
garrotazos, para impedir que se generalice la movilización en defensa de los
servicios públicos, en virtud de que su desmantelamiento, con el propósito
de acelerar el despliegue del negocio privado en materia de salud y
seguros, es pilar fundamental de la ofensiva antiobrera y antipopular del
Gobierno y sus socios.
Un ascenso que impulsa la acción de
las masas… y también la represión
En varias publicaciones en el último
año hemos insistido en seguir el ejemplo panameño. En la carta referida a
nuestra sección hermana en Panamá: la Liga de Trabajadores-as hacia el
Socialismo (LTS), indicábamos que: “En Panamá asistimos a un
impresionante ascenso revolucionario de masas, aunque este no asume aún una
escala nacional generalizada, este ascenso ya ha dado como fruto dos grandes
combates con elementos insurreccionales, la del pueblo originario Ngöbe-Buglé,
contra las hidroeléctricas y la minería el año pasado, y ahora el levantamiento
colonense contra la venta de las tierras de la Zona Libre de Colón (ZLC).”
La acumulación de la bronca se ha
expresado en saltos en la acción de las masas, y así de la misma manera en
saltos en la acción de los aparatos represivos del estado. No es casual que los
enfrentamientos en Colón se tradujeran en toques de queda, en abierto
enfrentamiento armado en las calles de la ciudad y un saldo de 6 muertos. Así
se dio en Honduras con el Golpe de Estado, y la aún persistente agresión contra
campesinos en el Bajo Aguán. Costa Rica no es ajena a este recrudecimiento de
la lucha de clases a escala regional y podemos afirmar que hemos experimentado
un salto en las medidas represivas, justamente en cuanto el gobierno ha entrado
en una etapa de retroceso político e inestabilidad inédita.
La no re-elección del magistrado Cruz
en la Sala IV
Este hecho reciente confirma la
tendencia a la crisis política y pone en el tapete la agudización de las
contradicciones interbuguesas que hemos venido alertando. El arismo y sus
socios le pasan la factura al magistrado Cruz por la sentencia en el caso de
Crucitas- Industrias Infinito. Pero desde el movimiento obrero, campesino y
popular, rechazamos hacer comparsa de una fracción burguesa hoy
enfrentada contra otra. Ante este conflicto el PRT asumió una posición clara de
independencia de clase, no para reivindicar a Cruz, sino para reafirmar la
necesidad de un cambio profundo de régimen, que incluye evidenciar la forma
antidemocrática de elección de los magistrados (es el parlamento quien los
designa) y la denuncia franca del poder judicial y del OIJ (que es parte
y cómplice de la represión) y de la propia Sala IV, responsable de abusos tan
grandes como la luz verde a la re-elección de Oscar Arias, el fallo declarando
constitucional el TLC con EEUU y el ataque a los derechos laborales con los
fallos en contra de las convenciones colectivas.
Un creciente autoritarismo y
militarismo en Costa Rica
En el último periodo hemos podido
reconocer como las luchas indígenas, campesinas y por la tierra han estado
signadas por una brutal represión, con cuerpos policiales más profesionales y
militarizados. En Salitre, zona sur, hay constantes choques entre indígenas y
usurpadores interesados en apropiarse violentamente de fincas en los
territorios; está también el caso de Medio Queso y el compadrazgo evidente de
la Fuerza Pública con el terrateniente y su seguridad privada armada, que no ha
titubeado en disparar a los campesinos. El 23 de noviembre se destapa el
carácter siniestro de la represión en Medio Queso, dónde a raíz de un nuevo
desalojo militar contra las familias campesinas, se demuestra mediante una
grabación de audio que el subteniente a cargo del operativo designa como
“terroristas” a las y los campesinos y recomienda al contingente policial
tirar a matar. Este último es un caso representativo del clima represivo que
tantas otras comunidades enfrentan en estos momentos.
El gobierno de Laura Chinchilla no ha
tenido pocos gestos represivos y autoritarios en su gestión como se evidenció
desde un principio en el traspaso de poderes en 2010, con el ingreso del OIJ a
la UCR el 12 de abril del 2010, la toma de los muelles de Limón en la huelga de
este año, la ley mordaza, la garroteada a manifestantes y diputados frente a la
CCSS y hasta la injerencia de su Ministro de la Presidencia en la torcedura de
brazos a la Sala Constitucional con la ofensiva en curso contra el magistrado
Cruz. Con esta lectura parece que hay suficiente bronca acumulada para un
estallido popular. Sin embargo aquí entra en juego la trampa de canalizar todo
el descontento hacia el callejón sin salida electoral, en reforzamiento del
régimen farsante de democracia burguesa.
Ya inició el año preelectoral
En este marco opinamos que el
movimiento obrero, campesino y popular debe preparar también una repuesta,
previendo que el próximo será un año de mucha agitación social, mediado
por el escenario electoral cargado de promesas y expectativas electorales, que
por otro lado y contradictoriamente, harán emerger más demandas sociales y
podría ser un elemento de impulso de la movilización. De modo, que lejos de una
postura abstencionista a ultranza, lejos de negar el hecho de que el
grueso de las masas abrirán sus ojos y oídos y tendrán expectativas en el campo
electoral, nuestra apuesta es intervenir en ese fenómeno contradictorio,
levantando una alternativa clasista consecuente, para procurar disputar una
franja de las masas a los partidos burgueses y al reformismo. En tal sentido,
cobra importancia preparar nuestra intervención en ese terreno electoral, sin
olvidar que no es nuestro terreno, que nuestro terreno privilegiado es el de la
lucha de clases, pero sabiendo aprovechar ese espacio para levantar una tribuna
obrera, socialista, feminista y ambientalista. En ese marco, procurando superar
las prácticas sectarias y oportunistas que carcomen a la izquierda,
creemos que hay que volver a insistir con nuestra propuesta unitaria de
construir un Frente Único de la Izquierda y las y los Trabajadores, convocando
a toda la izquierda y al movimiento obrero, campesino y popular, con 5
requisitos muy claros y esenciales: un programa clasista, ninguna alianza con
sectores burgueses (aunque se disfracen de “progres”), el respeto a la
independencia de cada componente y organización de dicho Frente y la democracia
interna más amplia para tomar acuerdos.
Unificar y potenciar la lucha del
movimiento obrero, campesino y popular
En esta coyuntura nacional, y
ubicados en el contexto internacional mencionado, se empiezan a dar los
elementos que señalaba Lenin en su definición del lo que constituyen los
gérmenes de una situación revolucionaria: “cuando los de arriba ya no pueden
gobernar como antes, y los de abajo ya no quieren seguir gobernados como
antes”.
De tal manera es vital para
potenciar la iniciativa y la movilización de “los de abajo”, unificar la
resistencia desde una perspectiva clasista. En ese sentido es necesario apoyar
los esfuerzos de la CGT para unificar orgánicamente la lucha de los
sindicatos del sector público hoy en la picota, con las nuevas formas de organización
de las y los campesinos y trabajadores del sector privado. Asimismo es
necesario retomar, sin ningún sectarismo, la necesidad imperiosa de
articular un frente político unitario de la Izquierda y las y los Trabajadores.
Por último es preciso participar a fondo en la reorganización estudiantil, pero
no para acomodarse acríticamente, sino para intentar establecer con este sector
fuertes lazos comunicantes y orgánicos con el movimiento obrero,
campesino y popular clasista.
Comité Ejecutivo Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT)
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