jueves, 22 de noviembre de 2012

¡PAREMOS LA OFENSIVA DEL ARISMO PARA ARRODILLAR A LOS JUECES!

En todo caso, alertamos que el movimiento obrero y
 
popular debe mantener su independencia frente a las

disputas entre distintos sectores de la burguesía

La no reelección del magistrado Fernando Cruz para la Sala IV, ha sido interpretada por vastos sectores de la ciudadanía costarricense justo como lo que es: una maniobra de los Arias y sus socios, desde la Asamblea Legislativa, para deshacerse de un magistrado que ha actuado con criterio propio y al mismo tiempo una advertencia a la cúpula del Poder Judicial de que debe plegarse al dictado de Rohrmoser o será purgada en la misma forma que el magistrado Cruz. En específico, a Cruz  se le cobra su voto contra la minería a cielo abierto de Crucitas y su voto señalando vicios de inconstitucionalidad al TLC.

Este golpe de mano se dio el 15 de noviembre, mientras miles de manifestantes denunciaban la represión contra el movimiento obrero y popular. Es claro así, que nos encontramos ante una crisis grave de la institucionalidad democrático-burguesa del país.

Pero vale advertir que en el estado burgués no existe una completa separación de poderes (cómo lo inculca la ideología dominante), por la sencilla razón de que la cúpula de las instituciones está controlada por elementos que provienen directamente de las filas de la burguesía o han sido cooptados a su servicio. Gracias a estos vasos comunicantes la interferencia política del Ejecutivo y las fracciones burguesas más poderosas siempre se han dado y se dan dentro del Poder Judicial, que más allá del carácter sacrosanto que le quieren dar los burgueses, en realidad administra la justicia a favor de los poderosos y no del pueblo.

No se trata entonces de caer en al ilusión de que el poder judicial es pulcro, y el resto de los poderes del Estado capitalista  son los malos. El poder judicial, es parte del sistema de dominación, y hay innumerables ejemplos de que la “justicia” en este país por lo general está a favor de los grandes empresarios y terratenientes, como se demuestra en Medio Queso, en Curubandé de Liberia, con los desalojos violentos que ordena contra los campesinos que exigen su derecho a la tierra, o en los juicios laborales en donde con frecuencia los derechos de las y los trabajadores se quedan en letra muerta. No olvidemos tampoco el papel represivo que juega el OIJ, dependencia del poder judicial. 

Ciertamente,  la Sala IV, gracias a la jurisdicción que posee en el campo constitucional, juega un rol estratégico, mediando en los choques de intereses entre las distintas fracciones burguesas, para que no afecten la estabilidad del régimen democrático-burgués.  El arismo está a la ofensiva para recuperar el control de la misma, por el riesgo de que intervenga en su contra en las disputas por los procesos de privatización y los negociados que se han generado con la implementación del TLC. Sin embargo, ni al arismo, ni a ningún otro sector de la burguesía, se le ocurre denunciar a la Sala IV por la destrucción de los derechos laborales que consagran las convenciones colectivas de trabajo, un terreno donde este tribunal sí se ha excedido, violando sus competencias.  Esta es una prueba tajante, de la naturaleza reaccionaria de la Sala IV, más allá de que en algunas circunstancias pueda fallar a favor del respeto a derechos ciudadanos cercenados por el gobierno.

En la crisis institucional actual, aunque damos por un hecho que el magistrado Cruz tiene derecho a permanecer en su puesto, por la votación legislativa extemporánea para no reelegirlo, y exigimos que cesen las maniobras de los Arias, advertimos a todas las organizaciones obreras y populares, de la necesidad de exigirle a la Sala IV que cese su ofensiva para destruir las conquistas laborales apropiándose una competencia que la Constitución no le da.

Al mismo tiempo señalamos que el problema de fondo es esta falsa democracia, que solo beneficia  a los ricos.   Por ejemplo, este conflicto pone al desnudo la forma antidemocrática  cómo se eligen los magistrados del poder judicial, mediante el voto de la Asamblea Legislativa, y no mediante el voto popular directo y secreto. Este nuevo recrudecimiento de la crisis política del país, que pone en el tapete la agudeza de las contradicciones entre “lo de arriba”, hace necesario que “lo de abajo”, es decir, el movimiento obrero y popular a la proponga no un mero  cambio de magistrados, sino un cambio profundo en el régimen político de este país, planteando la necesidad de refundar al país sobre nuevas bases de justicia social, tarea que solo con la movilización independiente y el desarrollo del poder obrero y popular, podrá concretarse.  Porque lejos de depositar esa tarea en manos de alguna figura “salvadora” salida de las filas  de la cúpula institucional y la mafia política de este país, hoy más que nunca debemos reafirmar que: ¡Solo el pueblo salva al pueblo!

¡ALTO A LAS MANIOBRAS DE LOS ARIAS PARA PONER LOS JUECES A SU SERVICIO!

¡BASTA DE ATAQUES  DE LA SALA IV A LOS DERECHOS LABORALES!

¡ENFRENTEMOS EN LAS CALLES LA REPRESIÓN DEL GOBIERNO DE CHINCHILLA!

Partido Revolucionario de las y los Trabajadores- Juventud Revolucionaria

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