domingo, 26 de abril de 2020

APUNTES SOBRE LA SITUACIÓN MUNDIAL


La organización y lucha de la clase trabajadora, junto con los sectores populares, oprimidos y excluidos es la única forma de superar la crisis provocada por el sistema capitalista

La crisis sanitaria del COVID-19 se enmarca en una coyuntura de crisis sistémica civilizatoria que tiene tres aristas fundamentales: 
1) LAS FUERZAS PRODUCTIVAS SE CONVIERTEN EN DESTRUCTIVAS: El desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad,  son al mismo tiempo y de manera dialéctica, fuerzas destructivas en el capitalismo; pues están generando un desequilibrio del ecosistema planetario, debido a que el planeta en el que vivimos no puede procesar los acelerados cambios a los que los somete la frenética actividad productiva capitalista, degradando los ciclos naturales fundamentales para preservar la vida en La Tierra. La mejor prueba a la vista del efecto sobre el planeta del ritmo frenético de la producción capitalista, es el hecho mismo de que el paro del aparato productivo que impone la crisis sanitaria ha tenido un impacto positivo en todos los indicadores de polución y en los índices del calentamiento global. Demás está decir que el mismo desastre ecológico propicia el surgimiento de nuevas enfermedades infectocontagiosas desconocidas.
2) EL PATRIARCADO EN CRISIS POR LA REBELIÓN DE LAS MUJERES: La otra crisis sistémica es la del sistema patriarcal, ocasionada por la incorporación masiva de las mujeres a las esferas del trabajo “productivo” y a la vida pública, espacios vedados para las mujeres durante siglos y que la misma lógica del sistema capitalista ha propiciado, pero que, gracias al trabajo consiente gran cantidad de mujeres organizadas, empiezan a hacer experiencias de lucha, en la medida en que confrontan la doble opresión que les impone el Capitalismo Patriarcal, como trabajadoras explotadas y esclavas domésticas en el círculo familiar, discriminadas y constantemente violentadas. No por casualidad las movilizaciones de las mujeres a escala mundial: contra los feminicidios en aumento, por el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo y a decidir sobre su propio cuerpo y maternidad, así como las de las mujeres obreras y campesinas por tierra, agua potable, salud, servicios públicos y vivienda digna para sus hijas e hijos, han sido movilizaciones de vanguardia de la lucha de clases en el último decenio.
3) UNA PROFUNDA DEPRESIÓN ECONÓMICA: A la crisis ecológica y del sistema patriarcal, que son procesos que se vienen desarrollando y acumulando durante los últimos doscientos años, se le suma, en la actual coyuntura, una nueva crisis orgánica del sistema capitalista en su conjunto, una crisis orgánica del capital que se viene incubando desde la crisis del 2008 y que genera en este momento una fase depresiva del ciclo capitalista, la cual se prevé será similar a la de 1929, pero podría ser más larga y definitivamente será más profunda y más compleja. Para empezar, la crisis de 1929, que destruyó enormes contingentes de fuerzas productivas, ocurre en una época en donde la mayor parte de la humanidad, alrededor de un 80%, seguía sobreviviendo a partir de la agricultura de subsistencia. En estos momentos, en la mayoría de los países, alrededor del 70% de la población es proletaria (formal o informal) y necesita de un salario o ingreso mensual para sobrevivir. La crisis resultará catastrófica y tendrá un impacto mucho mayor que la crisis de 1929 y sus efectos se seguirán sintiendo durante mucho tiempo. 
4) LA CRISIS DEL ORDEN POLÍTICO MUNDIAL Y LOS TAMBORES DE GUERRA COMERCIAL
En estos momentos, el hecho político fundamental es que la pandemia trastoca las bases del orden mundial que se instaura con el Consenso de Washington, el cual configura el orden neoliberal del sistema capitalista durante las últimas cuatro décadas. Todo el aparataje ideológico que planteaba el triunfo del sistema capitalista, la sujeción de todos los espacios de la vida humana al falso “dios”: el  poder del mercado, se tambalea. Frente a la fuerza de un virus que, en cosa de unos meses, se ha propagado por todo el planeta. Se expone con cruda  evidencia la incapacidad del sistema capitalista para resolver la crisis. Y esto se vuelve evidente para un número cada vez más grande de personas. La crisis del COVID-19 acelera la crisis económica, lanzando a enormes contingentes de la clase trabajadora a la miseria y al desempleo. Estos vertiginosos cambios socio-económicos profundos producen también un acelerado cambio en la conciencia de las masas populares, que empiezan a comprender, de manera brutal, que no es el mercado el que nos va a salvar de la crisis sanitaria, sino la construcción de espacios de solidaridad humana. Esto es importante, aunque no todos los sectores tengan claro aún que la única vía para resolver el problema es la vía revolucionaria. 
  1. El COVID-19 es una pandemia global que tiene una muy acelerada capacidad de contagio, en los países en donde no se han tomado las previsiones adecuadas rápidamente se ha convertido en un problema enorme de salud pública, pues los sistemas de salud, saboteados durante el periodo neoliberal, están colapsados y no pueden atender a las personas que se enferman gravemente. Gobiernos que menospreciaban las crisis sanitarias, como el de Trump, han tenido que recular sus brutales posiciones iniciales y alinearse, ya tarde, a las medidas de contención que se utilizaron primero en China.
  2. Las medidas de cuarentena han evidenciado aún más las desigualdades sociales y han provocado espacios de confinamiento social completamente distinto para las distintas clases sociales. Mientras la gran burguesía clama porque no se detenga la economía, algunos sectores burgueses y pequeños burgueses, así como la mayoría de los gobiernos aplican medidas de confinamientos para tratar de contener el contagio, existen enormes sectores de la población, cada vez más grandes, que no pueden confinarse a riesgo de morirse de hambre. 
  3. La crisis interburguesa  e interimperialista provocada por el colapso de la economía mundial también se vuelve evidente. A pesar de que existe un interés general de la burguesía por descargar todo el peso de la crisis sobre la clase trabajadora, en las alturas también tienen diferentes formas de interpretar la crisis dependiendo de su situación particular. Hay sectores burgueses que están perdiendo con la crisis y otros están más bien ganando a bolsillos llenos. Asimismo, se agrava una cruda guerra comercial, y se perfilan sus posibles derivaciones militares. Indicios de lo anterior, son la baja de los precios del petróleo y el cierre de las importaciones chinas de Estados Unidos, al tiempo que Trump protege las más grandes reservas petroleras del planeta, estratégicas en caso de ponerse en marcha la maquinaria militar.
  4. El impacto económico de la crisis es devastador, ha provocado la caída de las bolsas en todo el mundo, se han destruido enormes contingentes de fuerzas productivas. Las previsiones de la OIT indican que se pierden entre 5 millones y 25 millones de empleos en el mundo y probablemente, se queda corto ese organismo de la ONU. Se están dando hechos insólitos, como la caída del precio del petróleo a precios negativos, el precio llegó el lunes 20 de abril a -$37, por problemas en la capacidad de almacenamiento. Lo que indica este hecho claramente es que la economía mundial está colapsada y se ha limitado enormemente el movimiento de personas y el trasiego de mercancías. 
  5. La gran cantidad de personas desempleadas se ha convertido en un serio problema para todos los gobiernos, que han tenido que buscar formas de resolver la crisis de cientos de miles de personas desempleadas, ante el miedo de la burguesía que las condiciones de hambre de la población generen enormes estallidos sociales, a pesar del miedo al contagio por el virus.
  6. Hay condiciones para un enorme salto en la conciencia de las masas populares, que pueden ver con claridad problemas como el egoísmo de la gran burguesía que solo piensa en salvar sus ganancias. También se ve con mayor claridad, al ser el virus un problema de salud pública enorme, que las barreras artificiales, llamadas fronteras, que impone la burguesía a la clase trabajadora, no tienen sentido. También se puede ver con mayor claridad el hecho de que sin el trabajo de la clase trabajadora, la gran burguesía no puede garantizar sus ganancias, ni el funcionamiento estable del sistema. 
  7. Sin embargo, surge también el peligro de gobiernos cada vez más autoritarios, la gran burguesía intenta utilizar el control de los aparatos políticos para descargar todo el peso de la crisis sobre la clase trabajadora, lo cual implica probablemente, ante la situación potencialmente explosiva, una deriva hacia gobiernos cada vez más autoritarios, incluso fascistas. También existe el peligro de que, ante la desesperación, grandes contingentes de la clase trabajadora termine trabajando, por extorsión o por mera supervivencia para las grandes mafias organizadas.
  8. Hoy más que nunca, se ve con toda claridad la encrucijada en la que nos encontramos: o logramos articular a la clase trabajadora mundial para construir un mundo distinto, en donde, mediante el control obrero, la producción social se utilice para resolver los principales problemas de la humanidad o nos dirigimos a un mundo en donde las catástrofes sociales y ambientales serán el pan nuestro de cada día. 
  9. La única salida viable a la crisis es construir espacios de autoorganización de la clase trabajadora, en cada país y procurando coordinaciones regionales e internacionales; solamente mediante la organización independiente y combativa de la clase trabajadora se puede enfrentar esta crisis en sus múltiples dimensiones: ecológica, económica, política, de género y sanitaria. Construir espacios de unidad de las y los trabajadores, en conjunto con otros sectores sociales oprimidos y excluidos es fundamental.
Comité Ejecutivo PRT
San José, 26 de abril 2020

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