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Vamos hacia una
recomposición de la situación interna de Liberación Nacional.
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La candidatura de Araya se presenta como una
carta de consenso entre los burgueses que permitirá mantener la gobernabilidad… mientras el gobierno no meta la pata
El
año se inició con un hecho político de gran envergadura: la renuncia de Rodrigo
Arias a su precandidatura en el PLN. Se trata, evidentemente, de un repliegue
táctico de los Arias, ante un triunfo inminente de Johnny Araya en la
convención de mayo según anticipaban las encuestas. Se pone así en evidencia
que los Arias han perdido terreno internamente ante el bloque de las fracciones
de Araya, Desanti, Figueres y Chinchilla-Liberman, por lo que inteligentemente
optaron por evitar un golpe más y tratar de pelear para conservar peso en el
aparato y retener una cuota de diputados y munícipes en el próximo período. Es
evidente también, sin embargo, que los Arias sufrieron presión de la cúpula burguesa
en la que se apoyan para que Rodrigo desistiera de su candidatura.
Para los
sectores burgueses más fuertes, más allá incluso del PLN, Araya es el candidato
óptimo y el que permite superar las contradicciones y flaquezas del actual
gobierno y encarar una ofensiva brutal contra el movimiento de masas. Frente al
desgaste de los Arias en algunos sectores populares, Araya está mejor
posicionado para esta misión. El trato cuidadoso que tanto Teletica como La
Nación han tenido hacia Araya, sin destapar los chorizos que ocurren en la
Municipalidad de San José, indica que lo han considerado una carta en reserva,
frente a la dispersión y la falta de credibilidad de la oposición burguesa.
La
recomposición del PLN de cara a las elecciones, en la medida que permite lograr
un gobierno más fuerte en el 2014, es un elemento clave para la burguesía
nacional, sobre todo ante las señales de inestabilidad (en todo sentido) que
comienzan a dominar la situación internacional. Tenemos que manejar como
hipótesis que el gobierno (pactando una orientación con el arayismo) dé un
compás de espera para los proyectos de impuestos y la destrucción de los pluses
salariales, y más bien se oriente a pequeños golpes sectoriales que le permitan
ir destruyendo las conquistas sociales y laborales poco a poco, aprovechando
que la situación económica todavía da algún respiro. Al respecto es esclarecedor
lo que ocurrió en AyA ahora en el fin de año. La Junta Directiva se reunió casi
en vísperas de Navidad y eliminó la subvención a las incapacidades, que quedan
excluidas en adelante de los cálculos de aguinaldo y otros pagos.
Si el
gobierno no mete la pata y provoca grandes luchas, vamos a tener un año donde
la tendencia estar orientada a luchas atomizadas, en torno a la defensa de
clínicas y hospitales ante el estrangulamiento económico que sufren, por la
tierra y en defensa de derechos laborales particulares en algunas instituciones
del sector público. Toca a las organizaciones más combativas del movimiento de
masas, como la APSE, la CGT, la UNT, SINTRAJAP y otras, impulsar la unificación
de los conflictos. Por la cercanía de las elecciones, se abre la posibilidad de
que luchas fuertes pongan en jaque al gobierno y le arranquen concesiones. Hay
que encarar la lucha contra la erosión salarial, planteándose para el segundo
semestre de este año arrancarle al gobierno un reajuste conforme a la inflación
real. Además, un eje de primer orden es enfrentar el curso cada vez más
represivo de este gobierno y parar los proyectos (como el que acaba de anunciar
el grupo de “notables”, nombrado por Chinchilla) para fortalecer los rasgos
autoritarios del estado.
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