miércoles, 21 de diciembre de 2011

El invierno ruso comienza caliente

Frente a las movilizaciones ocurridas en Rusia recientemente y que impactan al mundo entero, desde la LIT-CI reproducimos como suplemento de Correo Internacional la declaración de nuestra sección en aquel país, el Partido Obrero Internacionalista (POI) y partido hermano del PRT.
_____________________________________

El hecho sorprendió a muchos. Después de años de estabilidad política, donde no se daban movilizaciones ni siquiera por las más elementales reivindicaciones económicas, estalló una gran manifestación con un contenido directamente político.

El día 10 de diciembre, en la Plaza Bolotnaya, cerca de 40 mil personas se congregaron (sumadas a otras 10 mil en San Petersburgo, 5 mil en Novosibirsk y a otras manifestaciones menores en aproximadamente 80 ciudades) para protestar contra el vergonzoso fraude de las elecciones parlamentarias para la Duma de Estado, donde el partido Rusia Unida, del primer ministro Vladimir Putin y del presidente Dmitri Medvedev, conquistó 49% de los votos y 53% de los escaños de la Duma. Diferentes analistas estiman que Rusia Unida se autoaumentó sus votos hasta en un 15%. Son centenas las denuncias que afirman que los responsables de contar los votos cerraron las urnas por la noche con un determinado resultado y, al otro día, cuando vieron los resultados oficiales, esos números eran completamente diferentes.

Pero el problema no comenzó con este grosero fraude electoral. Las elecciones de conjunto fueron una farsa desde el comienzo. Como se dice en Rusia, son elecciones en las cuales “cualquiera puede ganar, siempre y cuando sea Putin”. En Rusia es imposible legalizar un partido político sin la bendición del Kremlin. El partido oficialista Rusia Unida tiene el monopolio de los medios de comunicación, no hay debates, nada. Además del fraude, la situación fue atizado por el tono arrogante de Putin y Medvedev que, cuando comenzaron a aparecer las primeras denuncias y manifestaciones se refirieron a la primera protesta en el Boulevard Tchistye Prudy del día 5 de diciembre, un día después de las elecciones y que reunió a más de 6 mil personas, dijeron “parece que alguien, en algún lugar, está diciendo algo”, además de acusar a los que protestaban de ser pagados por los EUA.

Igual efecto tuvieron las declaraciones del presidente de la Comisión Electoral, Tchurov de que “las fantasías depravadas de esta gentuza que coloca nuestra honestidad en duda nada me interesan”. Todo esto representó la gota que colmó el vaso y que llevó a miles de personas, que por años soportaron todo ese juego sucio de la política oficial rusa, a romper con la indiferencia y a aproximar a la distante Rusia, por más que sea sólo un poquito, a aquellos países europeos ya conmovidos por las manifestaciones de los indignados. Putin nunca había visto algo semejante. Él siempre estuvo acostumbrado a un gran apoyo popular. Todavía estamos viendo el inicio del proceso, sin embargo, ya es posible afirmar que con los acontecimientos de la Plaza Bolotnaya, el régimen policial-mafioso da las oligarquías del petróleo y el gas de Putin comenzó a entrar en una fase de clara crisis política.

La manifestación no pudo ser impedida ni por la represión de la OMOM (policía de choque), ni por la convocatoria en el mismo día de un examen centralizado en todas las escuelas del país para desmovilizar a los profesores y a la juventud, ni por las ridículas declaraciones del Médico-Jefe de Rusia diciendo que “las manifestaciones en el invierno hacen mal a la salud”, ni por el local extremadamente aislado (en una isla), reservado por el gobierno para la manifestación.

Con decenas de miles de huellas en la nieve recién caída, el pueblo dejó bien claro lo que piensa sobre el gobierno actual. Las personas exigieron la anulación del resultado de las elecciones, la salida de Tchurov, presidente de la Comisión Electoral, libertades democráticas y la realización de nuevas elecciones. Los gritos de “Rusia sin Putin” y “Libertad” estremecieron la plaza. La desmoralización de la policía, del régimen y de los burócratas hizo que, por la primera vez, Putin fuese visto como débil, como alguien que tuvo que recurrir a una vergonzosa falsificación para hacer creer que mantiene el apoyo de la población. En un país que aprecia tanto a los “líderes fuertes”, eso es una derrota dura para Putin. En estos días de diciembre se acabaron los largos años de silencio, la gente perdió el miedo y, del mismo modo, llegó la hora de que el régimen sienta miedo. En estos días, movilizándose en todo el país, la juventud sintió el espíritu de la Plaza Tahrir, al igual que la vieja generación sintió el espíritu de aquellas manifestaciones en la URSS de finales de los años 80. La victoria oficial de Putin se volcó en contra de él. Su gran derrota probablemente abrió la etapa de declive de su régimen.

Independientemente al fraude de los resultados, la pérdida de apoyo político al gobierno de Putin es un hecho innegable, al igual que la disposición de lucha de por lo menos un sector de la población. Incluso teniendo en cuenta los resultados oficiales, el partido de Putin, Rusia Unida, perdió muchos votos. Perdió la mayoría constitucional que tenía, aquella que le permitía modificar la constitución a la hora que quisiese. No obstante, mantuvo la mayoría simple, lo que le da poder de aprobar leyes incluso votando solito. Al mismo tiempo, disminuyó también la participación en las elecciones. Según datos oficiales, 40% de la población no fue a votar, algunos analistas afirman que no votó más de la mitad de la población. La mayoría de las personas o no fue a votar o votó “por cualquier partido menos por Rusia Unida”. Esta tendencia de protesta silenciosa, que siempre existió, hoy llega a un nivel que es imposible de ocultar. Los propios resultados oficiales de las elecciones fueron como una cachetada en la cara de Putin.

Un proceso que aún está comenzando

Pero, a pesar del gran golpe sufrido por el régimen, no se puede sobreestimar la situación. La geografía de los resultados electorales, así como el carácter y la composición geográfica de las manifestaciones muestran que el proceso está recién comenzando. La manifestación, por ahora, abarcó fundamentalmente a la clase media, a la juventud universitaria y a la intelectualidad de las grandes ciudades. La clase obrera, por ahora, está ausente del proceso de luchas. En las regiones más rurales y atrasadas, Rusia Unida, a pesar de perder votos, recibió un resultado superior al de Moscú, San Petersburgo y otras ciudades, así como las grandes movilizaciones se dieron también solamente en las ciudades más habitadas. La manifestación central en la Plaza Bolotnaya estaba compuesta fundamentalmente por la clase media y la juventud. Por eso, desde la primera señal de cambio hasta el último clavo en el ataúd del régimen de Putin, habrá que recorrer un largo camino de luchas.

La “oposición”

Como están diciendo los rusos “Putin es sólo la mitad del problema, la otra mitad es la oposición”. El hecho es que la oposición parlamentaria es cómplice directa del fraude. Existen cuatro partidos que consiguieron representación parlamentaria. Además de Rusia Unida, oficialista, está el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), que trata de ser una oposición “civilizada” y “constructiva”. Tenemos también al partido Rusia Justa, creado por el Kremlin como un ala izquierda de Putin. Existe aún el Partido Liberal Democrático de Rusia (LDPR), de la derecha xenófoba y pro-gobierno. Estos partidos, a pesar de criticar el fraude, están contentísimos con el aumento de votos que tuvieron, aumentando su número de diputados, sus presupuestos y su poder de negociación con el gobierno.

Especialmente cínica es la oposición del PCFR, mayor partido de oposición, que dobló sus votos (llegó a casi al 20%, según los resultados oficiales), y que tiene una gran responsabilidad en este momento al ser el principal depositario de los votos de la oposición anti-Putin. Su líder, Ziuganov, dijo que “las elecciones fueron ilegítimas tanto desde el punto de vista moral como ético”. Pero esto no significa que boicotearán a la nueva Duma o algo semejante. Al contrario, Ziuganov dijo que aprovecharán el aumento de su bancada parlamentaria para aumentar su “poder de fiscalización” en las elecciones presidenciales de marzo. Muy feliz por doblar su número de votos, el PCFR fue el gran ausente en la manifestación de la Plaza Bolotnaya, no convocándola y enviando solamente a un representante de segunda.

La situación es distinta con los liberales rusos, agentes directos de los imperialismo norteamericano y europeo, a los cuales el régimen le quitó espacio político legal y que, por eso, no se encuentran representados en el parlamento. Ellos (o sea, el imperialismo) tiene que algo que perder y algo que ganar. Por eso juegan y maniobran con las protestas. Hoy el imperialismo, para dar continuidad a sus planes de colonización de Rusia y otros países políticamente influenciados por ella, necesita llevar adelante negociaciones con Putin, que hoy monopoliza todo el espacio político del país. Y Putin cobra caro por sus servicios prestados de implementar los planes del imperialismo. He ahí la causa de los roces entre ellos. Occidente gustaría de participar directamente en la política rusa y, por eso, de vez en cuando genera dificultades políticas para Putin dentro del país a través de sus agentes liberales (Nemtsov, del Movimiento Solidaridad, Yavlinskiy, del Partido Yabloko, Kasparov, de la Otra Rusia, etc.), aprovechándose para eso del fraude de las elecciones y de la ausencia de las libertades democráticas. Y ahora fueron exactamente los liberales quienes se convirtieron en organizadores de la Plaza Bolotnaya.

Pero las personas fueron a la Plaza no “en defensa de los liberales”, sino en defensa de las libertades democráticas. Como bromeó uno de los oradores de la manifestación, según el gobierno ruso, Hillary Clinton habría mandado mensajes por celular para cada persona presenta en la plaza. El sentimiento anti-EUA en Rusia es muy fuerte. Además de eso, a los liberales les es muy difícil conquistar confianza popular después de la catástrofe de los años 90, cuando fue destruido el parque industrial ruso en nombre de la importación de productos de las multinacionales imperialistas. Fue exactamente la política de ellos la que generó los oligarcas rusos (así llaman los rusos a los grandes capitalistas del país), que se apropiaron de la propiedad estatal, recursos naturales y de otras riquezas del país. Fueron los mismos liberales que abrieron las puertas al capital externo, que hoy controla prácticamente todas las áreas de la economía y envía billones de dólares de lucros fuera del país, desangrando su propia economía y aumentando la miseria. Fueron también ellos los que implementaron la “absoluta libertad de mercado”, que llevó a la crisis. Todos los liberales apoyaron el bombardeo al parlamento por Yeltsin en 1993, que fue el primer paso para el aumento de la represión en todo el país.

Los liberales tienen total responsabilidad por la situación actual del país. Hoy ellos critican a Putin, pero en la práctica proponen la misma política de privatizaciones, cortes de los gastos sociales y sumisión del país al capital internacional, todo tal como fue implementado por Putin. Son incluso hasta más radicales en seguir las recetas del FMI. Por eso mismo no dicen una palabra sobre la economía de hoy, sobre la corrupción y el fraude. Se callan sobre todo el plan económico de ajustes y privatizaciones de Putin. Por eso sus lemas son solamente “¡Rusia sin Putin!” o “¡Abajo Rusia Unida, partido de malhechores y ladrones!”. Ellos mismos tienen miedo de las manifestaciones, que amenazan el modelo económico semicolonial del país, ya en serias dificultades, en especial en ese momento en que la situación se torna cada día más explosiva.

Falsificación al servicio de los intereses de los oligarcas

El hecho es que el fraude fue sólo la gota de agua, pero el desgaste acumulado del gobierno viene de cuestiones mucho más profundas, viene de la aplicación de los planes de ajuste y de cortes exigidos por el FMI y por los propios oligarcas rusos para aumentar sus lucros. Así como en los demás países del mundo, el gobierno ruso salvó sus banqueros y oligarcas en crisis con dinero público, endeudando al estado, y ahora quieren economizar a costas del pueblo. En todos los países, en especial en Europa, los gobiernos y los patrones están aplicando reformas y ajustes brutales: privatizaciones, ajuste salarial, despidos, etc., para imponer a los trabajadores un nuevo nivel de explotación. En sus encuentros internacionales como los del G-20, los gobiernos del mundo discuten y coordinan sus medidas contra los trabajadores y pueblos, para salvar a los patrones de la crisis que ellos mismos causaron y por la cual los trabajadores no tienen ninguna responsabilidad.

Rusia y sus gobiernos no son la excepción. Ya venían implementando la reforma de la educación, llamada de “modernización de la educación”, el nombre en sí dispensa explicaciones. Al mismo tiempo, debido a la inflación, las personas comunes son cada vez más pobres. El gobierno ruso ya aprobó una serie de leyes que entrarán en vigor después de las elecciones y apretarán aún más a los rusos con sus llamadas “medidas impopulares”. Putin entrega el país cada vez más, de por sí dependiente de las inversiones extranjeras, en las manos de las multinacionales, que extraen del país montañas de lucros. El sigue a rajatabla las orientaciones del FMI, del Banco Mundial y de los gobiernos de los países dominantes para reducir los gastos sociales. Ya hay un nuevo presupuesto, con grandes cortes en las áreas sociales, al mismo tiempo que aumentó los recursos de la policía, FSB (ex KGB) y el aparato represivo en general.

Todo eso al mismo tiempo en que los oligarcas siguen con lucros records. Es de la necesidad de dar continuidad a estos planos que el gobierno se vio en la necesidad de fraudar las elecciones. La falsificación de las elecciones fue necesaria para Putin en el sentido de continuar con las reformas contra la mayoría de la población y al servicio de los oligarcas y del capital extranjero. Putin quería mostrar que “está todo en orden”, que el pueblo en masa sigue confiando en él. Por eso, como siempre, fraudó las elecciones para, fortalecido con el “apoyo popular”, seguir adelante con sus medidas contra el pueblo. El tiro le salió por la culata. Hoy el pueblo ruso está sintiendo todo eso en la carne. Y se cansó de la hipocresía del gobierno, pues ve cómo se enriquecen los oligarcas en cuanto el pueblo se empobrece, siendo obligado además a soportar todo eso callado.

¿Cómo seguir adelante?

Hoy es necesario ampliar las protestas por la anulación de los resultados de las elecciones. Todos los partidos que posan como opositores (en primer lugar el PCFR), deben luchar por los votos robados y sus electores, o sea, abiertamente no reconocer las elecciones, boicotear a la nueva Duma y juntos convocar ampliamente y organizar masivas manifestaciones de protestas unificadas para conquistar la liberación de todos los que fueron apresados en las manifestaciones, anulación de los resultados de las elecciones y el despido del presidente de la Comisión Electoral, Tchurov. Cualquier otra posición significaría un apoyo abierto o disfrazado con el fraude. ¡Por protestas unificadas de todos y todas por la anulación de los resultados de las elecciones!

!Es inaceptable la posición actual del PCFR de no participar activamente ni convocar las manifestaciones contra el fraude y de asumir sus curules en la Duma! Con la autoridad de ser el mayor depositario de votos de la oposición, una simple declaración del PCFR negándose a reconocer las elecciones y boicoteando la Duma falsificada colocaría todo el sistema en una crisis de legitimidad sin precedentes. Además de eso, se juntasen su gran poder de movilización (utilizado solamente campañas electorales) a los 40 mil de la Plaza Bolotnaya, podrían cambiar definitivamente la situación política el país.

Hoy muchos levantan la consigna de “elecciones limpias”. Ante las reglas actuales, donde no hay libertades democráticas y cuando “cualquiera puede ganar las elecciones, siempre que sea Putin”, hablar de “elecciones limpias” no tiene ningún sentido. !Por una real libertad de expresión, de publicación, de manifestación, de reunión y organización! !Por la abolición de la actual legislación de partidos y de la legislación “antiterrorismo” y “antiextremismo”, dirigidas a eliminar la existencia de opiniones diferentes! !No a la represión! !Por la libertad de organización y legalización de partidos alternativos! !Por la libertad de distribución de información y acceso de los distintos partidos y puntos de vista en la televisión! !Por una amplia campaña de debates electorales por la televisión! Sobre la base de estos derechos democráticos, realización de nuevas elecciones en el país!

¡Abajo las privatizaciones y la reforma de la educación! ¡Nacionalización sin indemnización de todo el sector energético y de recursos naturales! ¡Utilización de los recursos provenientes de estos para promover una nueva onda de industrialización del país y de renovación de la infraestructura nacional, que absorba a los desempleados! ¡Prohibición de las remesas de lucros al exterior! ¡Nacionalización y unificación del sistema financiero nacional, para impedir la especulación, envío de remesas y corrupción! ¡Fuera oligarcas, banqueros, malhechores y ladrones, por un gobierno obrero y popular, que gobierne para la mayoría y asuma un programa económico de rescate de los trabajadores y no de los banqueros y oligarcas. Fuera Rusia Unida, partido de oligarcas, banqueros, mafiosos y ladrones!

Para implementar todo este programa, el principal problema de los trabajadores rusos sigue siendo la ausencia de organizaciones independientes y de una dirección política, lo que retarda mucho la entrada en escena de la clase trabajadora. Hoy ninguno de los partidos legales representa los intereses de los trabajadores y del pueblo ni tampoco quiere defenderlos. El PCFR defiende algunos puntos del programa detallado arriba, pero sólo en las campañas electorales, nunca se dispusieron a movilizar al pueblo por estas reivindicaciones. La clase trabajadora no tiene ni sindicatos independientes, ni partidos en que puedan confiar ni otras organizaciones de lucha. Sin sus propias organizaciones, los trabajadores seguirán siendo rehenes de los patrones y burócratas. Hoy es necesario organizar a los trabajadores y sectores populares en grupos por local de trabajo, universidades, por barrios, entre amigos, coordinarse entre sí para resistir la política antipopular, represiva y pro-oligarcas del régimen de Putin y de su farsa electoral.

Construir una alternativa política de clase y socialista es una necesidad urgente para la clase trabajadora rusa hoy.

Tomado del Site de la LIT

1 comentario:

  1. Gracias por subir este artículo, explica muy bien lo que sucedió y lo que está sucediendo.

    ResponderEliminar