Contra el
gobierno de la unidad nacional
- · Impulsemos un plan de lucha tendiente a la movilización contra la reforma fiscal, por la dignidad salarial y por la ampliación de derechos sexuales, laborales y democráticos
- · Es necesario apoyar iniciativas unitarias de la izquierda revolucionaria y enfrentar la desmovilización promovida por el PAC en el seno de los movimientos sociales
Al
corte del lunes 2 de abril, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) reporta el
97,47% de las mesas procesadas, dando 1 293 668 votos a la fórmula presidencial
de Carlos Alvarado (60,66% de votos válidos), frente a 839 092 votos (39,34%)
de Fabricio Alvarado. Sin embargo, entre muchas personas activistas hay
sentimientos encontrados por este resultado ¿Se trata de un triunfo del amor,
un triunfo contra el fundamentalismo? En el PRT tenemos una lectura diferente.
Se
trata de una fuerte victoria de Carlos Alvarado, con sus matices en provincias
como Limón y Puntarenas donde ganó el abstencionismo y Fabricio Alvarado. Este
triunfo electoral supera al alcanzado por Luis Guillermo Solís en el 2014
contra Liberación Nacional. Así, continuando una tendencia de desgaste, el gane
del PAC en el 2018 está marcada por la debilidad y la fragmentación del voto en
la Asamblea Legislativa.
Recordemos
que la primera ronda fue una elección polarizada hacia la derecha: En medio del
escándalo del cementazo salieron salpicados de cemento múltiples miembros de
los tres poderes del estado, así como muchas figuras del PLN, PUSC, PAC, ML;
sin una dinámica de movilización, el conflicto es arbitrado por la nueva fiscal
Emilia Navas. Por otro lado, el candidato de Restauración Nacional se perfiló
como el candidato de “las manos limpias” acumulando un importante caudal
electoral por su férrea oposición al matrimonio igualitario y por la red de
iglesias evangélicas en las comunidades más empobrecidas. La perspectiva de un
candidato que habla en lenguas, que se opone a la educación sexual y que es
asesorado por un “profeta” que detiene terremotos y ataca las imágenes
católicas, generó pánico en el electorado de clase media y conservador.
De
ahí se desprende la urgencia, con el fin de garantizar estabilidad y
tranquilizar a la burguesía y la pequeña burguesía, de un gobierno
multipartidista de unidad nacional. Un gobierno, decimos en el PRT, de unidad
de los ricos para descargar la crisis sobre el salario y el consumo del pueblo.
Pero también una unidad para tener controlados a los movimientos sociales y
darles la ilusión que serán participes del gobierno del bicentenario. Pero esta
es una unidad para la colaboración de clases, y aplicar por la vía negociada el
ajuste. Un ejemplo es que la burocracia sindical está atrapada entre la amenaza
de represión como la prohibición de huelgas en sector Salud y la política de
mesa de diálogo. Ya podemos prever el papel de desmovilización que jugará el
vicepresidente Marvin Rodríguez, que viene de la burocracia del Sindicato de
Educadores Costarricenses (SEC), un sindicato que no impulsa ninguna lucha
desde hace varios años.
No
se puede olvidar que el acuerdo de Gobierno de unidad nacional fue firmado
desde el 8 de marzo por el excandidato Rodolfo Piza (PUSC) y por el recién
electo presidente Carlos Alvarado (PAC). Se trata de una hoja de ruta para
impulsar desde Casa Presidencial y la Asamblea Legislativa la agenda de la OCDE
y otros organismos internacionales, que consiste en modernizar la base de
impuestos (IVA), para paliar el déficit fiscal, mientras congelan plazas,
salarios y presupuestos de programas sociales con el fin de contener el gasto.
En el fondo se trata de una medida que castiga el consumo de las clases medias
y bajas, para mantener los privilegios de los grandes patronos que defraudan el
fisco y acumulan obscenas ganancias. Para facilitar el trabajo, Carlos Alvarado
anunció desde ya que está dispuesto a ceder a otros partidos la mitad de los
ministerios y presidencias ejecutivas, con la única condición de aceptar su
agenda y apoyarla en la corriente legislativa donde el PAC tiene minoría.
Sobre
la agenda de derechos humanos, para reconocer el Matrimonio Igualitario o una
reglamentación del aborto terapéutico, ya el acuerdo Alvarado-Piza queda claro:
No avanzar, y centrarse en la agenda económica. Por estas razones, creemos
necesario impulsar la coordinación de la izquierda tanto del movimiento
sindical, como del movimiento feminista, de derechos humanos y ecologista.
Vienen muchas batallas políticas, y nuestro papel deberá ser la preparación de
un frente de izquierda que nos permite articular fuerzas desde una perspectiva
independiente del gobierno y sus partidos aliados, así como la apuesta por la
movilización para introducir en escena la lucha por la dignificación del
salario, el rechazo a la reforma fiscal y por la conquista de derechos sexuales
y democráticos como lo es la reforma agraria en el campo para distribuir tierra
generando empleo, la declaratoria de emergencia nacional para frenar los
femicidios, el reconocimiento al derecho de interrupción voluntario del
embarazo, y el Matrimonio Igualitario.
Debemos
seguir el ejemplo de la movilización del 8 de marzo, que fue una respuesta ante
la amenaza de las candidaturas conservadoras, y al mismo tiempo apunta a una
agenda independiente del gobierno, con los métodos de la protesta callejera. El
siguiente paso es unificar la lucha de la mujer con las luchas de conjunto de
la clase trabajadora, la juventud y las comunidades oprimidas como lo es la
población LGBTIQ.
En
la izquierda, cualquier reflejo unitario es progresivo y hay que tomarle la
palabra. Una primera oportunidad para avanzar en ese sentido es la convocatoria
de un Encuentro de activistas sociales a realizarse el miércoles 11 de abril, a
las 3pm, en la Casa Calufa, Barrio Aranjuez, 50mts norte de la Iglesia de Santa
Teresita.
¡Contra el gobierno de unidad nacional del PAC-PUSC!
¡Abajo la reforma fiscal!
¡Por un plan de lucha desde las organizaciones para
enfrentar el ajuste!
Comité ejecutivo del PRT – 3 de abril
del 2018
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