por Agencia SubVersiones, Regeneración Radio
y Revista Pluma
octubre 16, 2014
Tras 18 días de búsqueda,
los familiares de los alumnos desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa
acudieron al palacio de gobierno de Chilpancingo a dar muestra de su hartazgo
ante la actitud displicente del gobernador Aguirre, quien busca someter su
permanencia en el cargo a un ridículo referéndum, para el cual anticipa que el
70% de los guerrerenses estarán de su lado. Es precisamente esa actitud
del gobernador, con la que llama a la tranquilidad y a la reconciliación, la
que lleva a la gente a realizar acciones más contundentes; mientras sigue dando
muestra incesante de su incompetencia al enviar a cientos de policías
antimotines con lanza-gases para «dialogar» con los normalistas y padres de los
desaparecidos.
Luego de la refriega del día anterior, en la que el palacio de gobierno
quedara reducido a las mismas cenizas en que Ángel Aguirre ha convertido al
estado de Guerrero, los normalistas de Ayotzinapa acudieron a las instalaciones
de Radio UAG, Capital Máxima y ABC Radio para dar su posicionamiento respecto a
lo ocurrido horas antes, pero sobre todo, para continuar con la exigencia de
presentación con vida de sus 43 compañeros desaparecidos y de justicia por la
masacre perpetrada el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero.
Concentración pública para denunciar la desaparición de estudiantes normalistas. |
La silenciosa dignidad
camina por las calles
Nuevamente, llegamos a la Normal. La pesadez de los días posteriores a
la masacre poco a poco se va convirtiendo en una suerte de fortaleza que
permite la esperanza entre las familias de los 43 estudiantes desaparecidos. Se
han vuelto una gran familia. Madres y padres cocinan día a día mientras se
resuelven las tareas cotidianas. Algunos de los familiares van a sus trabajos
pero la mayoría se mantiene en la escuela y al pendiente de las investigaciones
que realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y la policía
ciudadana, quien realiza diversos recorridos por toda la zona de Iguala.
Este martes 14 de octubre, nuevamente las inconsistencias de la
Procuraduría General de la República (PGR) a través de su titular, Jesús
Murillo Karam, se ven reflejadas en las declaraciones que afirman que los 28
cuerpos encontrados en las fosas de Pueblo Viejo, no corresponden a los
normalistas. Por su parte, el equipo argentino desestima la premura con la que
se dan estos resultados y asegura que aún no se concluyen los exámenes ni los
peritajes necesarios para determinar una información certera. Tal parece que la
PGR tiene prisa por cerrar las investigaciones, se tenga o no la precisión
necesaria. Es por ello que las familias no confían en el trabajo de la
institución federal.
En medio de esta confusión, las familias refuerzan su camino y se niegan
a aceptar que sus hijos estén muertos y que –por si fuera poco– las autoridades
estatales y federales no atiendan con seriedad su obligación de buscar a los
jóvenes, al mismo tiempo que desvían la atención hacia otras notas. Por
ejemplo, el día de hoy se dio a conocer en algunos medios locales (en sus
ediciones electrónicas) y en otros de alcance nacional como Proceso, que el
presunto líder de la organización criminal Guerreros Unidos, Benjamín Mondragón
«El Benjamón», estaba muerto según dos versiones distintas, la primera narra
que fue abatido en un operativo de la policía federal en la colindancia del
estado de Morelos con Guerrero, y la segunda, que se había suicidado.
Muchos han dado ya por muertos a los 43 desparecidos, pero no las
familias y ni sus compañeros de la Normal de Ayotzinapa y de los demás
planteles a nivel nacional. Las calles de Chilpancingo volvieron a llenarse de
personas, una manifestación silenciosa cubrió las principales vías públicas de
la capital guerrerense. Portando velas y flores blancas, los casi 2000
manifestantes caminaron desde El Caballito hasta la catedral acompañados por la
banda de guerra «Halcones dorados» de la Normal. Luego de la concentración, de
muchos rostros indignados, las personas fueron entrando en silencio y poco a
poco a la nave de la iglesia. Al interior, cada asistente depositó las flores y
las velas hasta formar un altar, momentos antes del comienzo de la ceremonia
religiosa.
Desde hace muchos años no éramos testigos de esta rabia y de este dolor,
como si se tratara de los años más violentos de la represión en Guatemala o El
Salvador; cientos de madres y padres caminaron por las calles exigiendo la
presentación con vida de los hijos.
Los daños que no se nombran
tanto
Las autoridades han manejado con demasiado hermetismo la información
respecto a los normalistas desaparecidos; mientras familiares, policías
comunitarios, ciudadanos y gente solidaria siguen sumando esfuerzos en
la búsqueda. El despliegue de fuerzas federales ha sido señalado como una burla
para el pueblo, debido a los operativos absurdos y la falta de resultados.
Los estudiantes ejecutados extrajudicialmente fueron Julio César
Mondragón Fuentes, del Estado de México; Julio César Ramírez Nava, de Tixtla,
Guerrero; y Daniel Gallardo Solís de Zihuatanejo, también del estado de
Guerrero. En condiciones críticas y aún hospitalizados se encuentran Aldo
Gutiérrez Solano y Edgar Andrés Vargas; uno de ellos declarado con muerte
cerebral y el otro con pérdida de casi la mitad de su cara. Estas acciones de
corte paramilitar, se suman a una serie de múltiples ejecuciones
extrajudiciales en muchas otras poblaciones a lo largo y ancho de México.
Se hace necesario señalar esa absurda lógica de cuidar la «plaza»,
en donde escuadrones de sicarios rondan por comunidades, e inclusive ciudades,
con toda la impunidad auspiciada por los tres niveles de gobierno, buscando a
enemigos que osen incursionar en sus territorios para literalmente eliminarlos.
Grupos armados del narcotráfico controlan grandes extensiones del país a
punta de secuestros, extorsiones, robos, desapariciones y asesinatos,
manteniendo en la zozobra a gran parte de la población. La brutalidad y saña
con la cual actuaron en contra de los normalistas son muestra de la violencia
engendrada por grupos paramilitares, que con formas deshumanizadas y coacción
de la policía municipal de Iguala, fulminaron la vida de tres estudiantes
aquella noche, así como las de otros civiles, todos inocentes. Las
situaciones de riesgo han aumentado con la militarización de varios estados de
la República, que lejos de mejorar la calidad de vida, ha resultado todo lo
contrario por el aumento de actividades ilícitas.
La movilización solidaria de otros sectores abre las puertas a un nuevo proceso de reorganización del pueblo para enfrentar al Narco-Estado. |
La ilustrada
prensa guerrerense
«Ocho horas de
furia, desafío y anarquía» dice el titular del periódico Vértice de Chilpancingo este 14 de octubre,
y va acompañado de una imagen del palacio de gobierno de Guerrero incendiándose
con un pie de foto que dice «¿Se tolerará esa interrupción?». En su interior,
los adjetivos delincuentes y holgazanes se usan constantemente para referirse a
los normalistas y profesores, a diferencia de los comentarios hacia el
gobernador Aguirre, que lo muestran como «un gobernador abierto siempre al
diálogo y con una política incluyente».
Por su parte el
periódico El Diario de Guerrero pone en su primera
plana «Jornada de violencia: Ningún detenido por los sucesos» y los pies de
foto hacen alusión a una frase que es usada tanto en los noticieros locales
como en los artículos de opinión «y se dicen los futuros maestros».
Dentro de los medios de comunicación oficiales y
conservadores, la táctica de vincular la protesta social con «la violencia
pura» o «el destrozo por el destrozo» para provocar el rechazo social y que las
demandas verdaderas queden relegadas a segundo plano, ha sido la estrategia
seguida por el gobierno de Aguirre para presentar a los normalistas y maestros
como delincuentes y no como luchadores sociales. Estos discursos ponen en
contra a ciertos sectores y radicalizan a los grupos más conservadores
exigiendo una represión directa y más abierta, con el único fin de aislar al
movimiento.
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