lunes, 9 de diciembre de 2013

Historiadores con macana


Por Laura Morera Largaespada
Estudiante de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la UCR

A propósito del artículo de Iván Molina publicado en La Nación el 5 de diciembre del 2013 titulado “Revolucionarios con capucha”, en el cual criminaliza las acciones del grupo de estudiantes que participamos en la toma del edificio de Ciencias Sociales el pasado miércoles 27 de noviembre, considero adecuado explicar mi propia versión de lo acontecido, desde el punto de vista de quienes estuvimos ahí presentes. 

Más allá del conflicto del PAIS…
Primeramente, es importante ubicar la  acción en el marco de un panorama muy negativo para quienes estudiamos en la UCR.  Las políticas privatizadoras, los múltiples recortes a la acción social, vida estudiantil,  sedes y recintos, responden a un modelo de universidad que se nos ha sido impuesto sin consultarnos. Un modelo que mercantiliza la educación y que está vinculado directamente al préstamo con el Banco Mundial y la reciente firma de la Carta Magna. La lucha derrotada de las trabajadoras y trabajadores del programa PAIS, es un ejemplo muy concreto y grave de la situación que se vive a lo interno de la Universidad.

Me remito al Informe No: 68066 del Documento de Evaluación Inicial del Proyecto del Préstamo  el Banco Mundial con fecha del 9 de agosto del 2012, donde se señala que de los 50 millones de dólares que correspondían a la UCR, alrededor de 30 millones serían destinados al área de salud. Sin embargo, hemos comprobado las sospechas de que estos proyectos de salud tendrán un carácter privatizador. No es para brindar acción social a las comunidades como lo hicieron por 15 años las y los trabajadores del PAIS, no es para fortalecer a la Caja Costarricense del Seguro Social, sino para convertir a la institución en un agente que venderá servicios al mejor postor.

Los acuerdos finales de la negociación del caso PAIS son un reflejo de esta falta de voluntad política por parte del Rector de mantener el carácter social de la UCR. Ahora inclusive hablan de abrir una “organización económico social”, eufemismo de empresa privada,  para seguir brindando estos servicios.

Ahora bien, la toma fue una acción más de protesta que se sumó a todo el movimiento de la huelga. Ese día también los compañeros y compañeras de SINTRAJAP se sumaron al paro, paralizando los muelles por algunas horas (el sindicato también recibió fuertes críticas por ello). Medidas de presión como éstas o como los bloqueos de calles, siempre incomodarán a la ciudadanía, pero no olvidemos que este tipo de acciones más radicalizadas, han sido comúnmente utilizadas a través de la historia por distintos movimientos sociales para exigir demandas que no hubieran sido obtenidas de manera más “pacífica”.

No hay delito que sancionar
Aunque la toma es considerada por algunas personas un acto de violencia, en realidad fue una acción completamente pacífica. Son las autoridades universitarias las que ejecutan distintas formas de violencia sobre las trabajadoras y trabajadores, y sobre sectores de la comunidad estudiantil más vulnerabilizados. Lastimosamente esta violencia es legitimada por la gran mayoría de funcionarios y catedráticos de la universidad.

Ante las graves acusaciones, me defiendo: Yo no soy ninguna delincuente, no ocasioné ningún daño a la infraestructura, ni traté a nadie de manera irrespetuosa. Desmiento la presunta agresión a un policía que según el artículo de Molina resultó herido, pido por favor al señor historiador verificar las fuentes antes de asegurar información en los medios.  

El movimiento estudiantil es autónomo y soberano de defender sus derechos y el patrimonio público del país. No nos quieran pintar de intrusos encapuchados, porque era nuestro espacio y nuestra manera de hacer protesta contra el viraje que está dando la UCR. La medida significó un llamado de atención a toda la comunidad universitaria que permanece de brazos cruzados ante tantas injusticias y situaciones alarmantes. Fue una expresión de un largo proceso de lucha constante, y no un evento aislado como algunos quieren presentarlo. Muchos de los y las estudiantes que participamos en la toma, estuvimos presentes durante este proceso y dormimos noche tras noche en el campamento de la huelga, sensibilizándonos ante el dolor de estos valientes trabajadores y trabajadoras.

Con respecto a la afirmación del historiador de que al no haber sido sancionados nosotros y nosotras, se “contribuye a fortalecer la cultura de la impunidad que tan desencantada tiene hoy a la ciudadanía”,  considero absurdo llegar a comparar a un grupo de estudiantes que protestan con los grandes corruptos de este país (quienes precisamente por inercia política de muchas personas, no llegan a dar la cara ante la justicia). Es una actitud que demuestra una clara intolerancia hacia la protesta social, con una perspectiva sesgada y que cumple la función de encubrir la problemática real.


A raíz de esta controversia, es necesario generar una reflexión más profunda ante el alarmante aumento de la represión policial, la criminalización de la protesta social  y el problema de la estigmatización mediática de estudiantes que participan en luchas y manifestaciones. 

3 comentarios:

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  2. Y la gente de la Actividad del área de psicología? Tenían ponencias internacionales y dejaron mal parada a la U. La gente que quería tener clases?
    Además, no es del todo cierto que el modelo se ha impuesto. Y el CSE? Donde los que estaban en contra sólamente decían que era malo y era malo y nunca dieron una sóla explicación?
    Además, por favor... la toma nunca alcanza nada. Nunca ha alcanzado nada... no hay que ser tan ilusos

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    1. En torno a uno de los apuntes de Óscar, yo lo vería al menos en dos vías: 1) la planta estudiantil que no posee las herramientas político-culturales para crear mecanismos de emprendimientos colectivos en sus luchas estudiantiles porque en su lugar; individualiza sus demandas asumiéndose en primer lugar como individuo abstracto y después como estudiante. 2) los sectores organizados del estudiantado que tampoco poseen herramientas político-culturales para modificar este ambiente y en su lugar (tuve la oportunidad de conversar con la autora de este artículo), atacan por sus propios sentimientos de frustración al estudiantado (lo vuelven enemigo), porque no se les une a la lucha. El problema es que, nunca han querido asumir un trabajo largo, reflexivo y planificado en las condiciones en las que se encuentran. La ineficacia de la toma para mí, es apenas reflejo de esto y no debería centrar la atención en lo absoluto.

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