Por Laura Morera Largaespada
Estudiante de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la UCR
A propósito del artículo de Iván Molina publicado en La Nación el 5 de diciembre del 2013 titulado
“Revolucionarios con capucha”, en el cual criminaliza las acciones del grupo de
estudiantes que participamos en la toma del edificio de Ciencias Sociales el
pasado miércoles 27 de noviembre, considero adecuado explicar mi propia versión
de lo acontecido, desde el punto de vista de quienes estuvimos ahí
presentes.
Más allá del conflicto del PAIS…
Primeramente, es importante ubicar la acción en el marco de un panorama muy
negativo para quienes estudiamos en la UCR.
Las políticas privatizadoras, los múltiples recortes a la acción social,
vida estudiantil, sedes y recintos,
responden a un modelo de universidad que se nos ha sido impuesto sin
consultarnos. Un modelo que mercantiliza la educación y que está vinculado
directamente al préstamo con el Banco Mundial y la reciente firma de la Carta
Magna. La lucha derrotada de las trabajadoras y trabajadores del programa PAIS,
es un ejemplo muy concreto y grave de la situación que se vive a lo interno de
la Universidad.
Me remito al Informe No: 68066 del Documento de Evaluación Inicial del Proyecto
del Préstamo el Banco Mundial con
fecha del 9 de agosto del 2012, donde se señala que de los 50 millones de
dólares que correspondían a la UCR, alrededor de 30 millones serían destinados
al área de salud. Sin embargo, hemos comprobado las sospechas de que estos
proyectos de salud tendrán un carácter privatizador. No es para brindar acción
social a las comunidades como lo hicieron por 15 años las y los trabajadores
del PAIS, no es para fortalecer a la Caja Costarricense del Seguro Social, sino
para convertir a la institución en un agente que venderá servicios al mejor
postor.
Los acuerdos finales de la negociación del caso
PAIS son un reflejo de esta falta de voluntad política por parte del Rector de
mantener el carácter social de la UCR. Ahora inclusive hablan de abrir una “organización
económico social”, eufemismo de empresa privada, para seguir brindando estos servicios.
Ahora bien, la toma fue una acción más de protesta
que se sumó a todo el movimiento de la huelga. Ese día también los compañeros y
compañeras de SINTRAJAP se sumaron al
paro, paralizando los muelles por algunas horas (el
sindicato también recibió fuertes críticas por ello). Medidas de presión como
éstas o como los bloqueos de calles, siempre incomodarán a la ciudadanía, pero
no olvidemos que este tipo de acciones más radicalizadas, han sido comúnmente
utilizadas a través de la historia por distintos movimientos sociales para
exigir demandas que no hubieran sido obtenidas de manera más “pacífica”.
No hay delito que sancionar
Aunque la toma es considerada por algunas personas
un acto de violencia, en realidad fue una acción completamente pacífica. Son
las autoridades universitarias las que ejecutan distintas formas de violencia
sobre las trabajadoras y trabajadores, y sobre sectores de la comunidad
estudiantil más vulnerabilizados. Lastimosamente esta violencia es legitimada
por la gran mayoría de funcionarios y catedráticos de la universidad.
Ante las graves acusaciones, me defiendo: Yo no soy
ninguna delincuente, no ocasioné ningún daño a la infraestructura, ni traté a
nadie de manera irrespetuosa. Desmiento la presunta agresión a un policía que
según el artículo de Molina resultó herido, pido por favor al señor historiador
verificar las fuentes antes de asegurar información en los medios.
El movimiento estudiantil es autónomo y soberano de
defender sus derechos y el patrimonio público del país. No nos quieran pintar
de intrusos encapuchados, porque era nuestro
espacio y nuestra manera de hacer protesta contra el viraje que está dando
la UCR. La medida significó un llamado de atención a toda la comunidad
universitaria que permanece de brazos cruzados ante tantas injusticias y
situaciones alarmantes. Fue una expresión de un largo proceso de lucha constante,
y no un evento aislado como algunos quieren presentarlo. Muchos de los y las
estudiantes que participamos en la toma, estuvimos presentes durante este
proceso y dormimos noche tras noche en el campamento de la huelga,
sensibilizándonos ante el dolor de estos valientes trabajadores y trabajadoras.
Con respecto a la
afirmación del historiador de que al no haber sido sancionados nosotros y
nosotras, se “contribuye a fortalecer la cultura de la impunidad que tan
desencantada tiene hoy a la ciudadanía”, considero absurdo llegar a comparar a un grupo de estudiantes que
protestan con los grandes corruptos de este país (quienes precisamente por
inercia política de muchas personas, no llegan a dar la cara ante la justicia).
Es una actitud que demuestra una clara intolerancia hacia la protesta social,
con una perspectiva sesgada y que cumple la función de encubrir la problemática
real.
A raíz de esta controversia, es necesario generar
una reflexión más profunda ante el alarmante aumento de la represión policial,
la criminalización de la protesta social y el problema de la estigmatización mediática
de estudiantes que participan en luchas y manifestaciones.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY la gente de la Actividad del área de psicología? Tenían ponencias internacionales y dejaron mal parada a la U. La gente que quería tener clases?
ResponderEliminarAdemás, no es del todo cierto que el modelo se ha impuesto. Y el CSE? Donde los que estaban en contra sólamente decían que era malo y era malo y nunca dieron una sóla explicación?
Además, por favor... la toma nunca alcanza nada. Nunca ha alcanzado nada... no hay que ser tan ilusos
En torno a uno de los apuntes de Óscar, yo lo vería al menos en dos vías: 1) la planta estudiantil que no posee las herramientas político-culturales para crear mecanismos de emprendimientos colectivos en sus luchas estudiantiles porque en su lugar; individualiza sus demandas asumiéndose en primer lugar como individuo abstracto y después como estudiante. 2) los sectores organizados del estudiantado que tampoco poseen herramientas político-culturales para modificar este ambiente y en su lugar (tuve la oportunidad de conversar con la autora de este artículo), atacan por sus propios sentimientos de frustración al estudiantado (lo vuelven enemigo), porque no se les une a la lucha. El problema es que, nunca han querido asumir un trabajo largo, reflexivo y planificado en las condiciones en las que se encuentran. La ineficacia de la toma para mí, es apenas reflejo de esto y no debería centrar la atención en lo absoluto.
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